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miércoles,
13 de
abril de
2005 |
Un maná
bajado del cielo
Contadas veces se da un caso donde el hombre supera su propia vida, es decir, superar al amor, a su propia sangre, quizás a su alma en gracia de Dios. Pocas veces un hombre da tanto privilegio para el mundo. No todo está sumergido, aún la esperanza es fiel a la esperanza, que el hombre puede volver a creer, a amar y cambiar. Todo es posible aún en espacios distintos, que podemos suplantar la ignorancia poco a poco y construir caminos nuevos, sin tantas ambiciones desmedidas de riquezas, hermanados en la unidad, en el amor, en la familia, en los afectos. Todo es posible, hasta morir igual en la paz y en la santidad de Juan Pablo II.
Ricardo Actis
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