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domingo,
10 de
abril de
2005 |
El "deja vu" santafesino
Mauricio Maronna / La Capital
Los santafesinos experimentaron la semana pasada un enésimo deja vu. La irrupción de un puñado de dirigentes socialistas y radicales poniéndole el moño a una nueva alianza fue la primera puesta en escena de una saga de capítulos que viene desde lejos y hace tiempo. Sí, pese a las palabras que regaron los medios tras la derrota electoral del 2003, la coalición provincial repone la obra.
Es hora de desentrañar cómo se inició ese salpicón, aderezado con los mismos elementos que, desde hace casi una década, llevan a la mesa electoral los principales partidos de la oposición. El 11 de noviembre del 2004, La Capital dio detalles de una reunión en Esperanza, ciudad en la que Hermes Binner, Antonio Bonfatti, Alfredo Cecchi y Raúl Lamberto se encontraron con Felipe Michlig (presidente de la UCR), Federico Pezz, Hugo Marcucci, Carlos Fascendini y Oscar Riter. "Ellos (por los socialistas) nos pidieron suavizar las diferencias y comenzar a caminar juntos para hacer una nueva alianza electoral. Reconocieron la importancia estratégica del radicalismo y su estructura territorial, que abarca todos los departamentos de la provincia", confió por entonces Michlig a este diario.
En aquellos días, el diputado provincial (que el jueves pasado encabezó un encuentro público en la sede partidaria de la ciudad de Santa Fe) caminaba de la mano con Jorge Boasso, el primer cruzado antialiancista. "No está por ahora la idea de hacer una Alianza, nuestro objetivo es llegar al 2005 con listas propias. No podemos seguir siendo furgón de cola del PS", apostrofaron casi en sintonía el propio Michlig y Carlos Iparraguirre.
Si algún lector todavía no cree que las palabras en la política tienen menos peso que una tutuca, que se detenga en lo que Michlig le confesó a Binner en el verano de 2004: "Mirá Hermes, si ganábamos las elecciones del 7 de septiembre, varios radicales ya tendríamos que haber renunciado al gobierno provincial". Era el tiempo del pase de facturas por la discusión sobre la ley de lemas y la posición del socialismo respecto a la unicameralidad.
Frente al palabrerío, hay que reconocer que los socialistas dejaron de lado las hipocresías. Por aquellos días, un importante funcionario municipal puso las cosas en su lugar: "Vamos a terminar abrazados a la UCR por una cuestión de conveniencia electoral. Los radicales tienen un comité en cada pueblo y nosotros no. Se debe tener en cuenta que enfrente, además del PJ provincial, estará (Néstor) Kirchner auspiciando, esponsorizando y financiando las listas".
La voltereta de Michlig quedó al desnudo y la Alianza Santafesina entra ahora en la recta final. Muchos de los puntos que el radicalismo llevó a la mesa de discusión son, apenas, una mascarada para intentar meter el gol del honor. ¿Alguien en su sano juicio cree que Binner no deberá ser el candidato número uno en la lista a diputado?
Más allá de que el ex intendente haya declarado a La Capital el domingo pasado que estaba dispuesto a dar un paso al costado en pos de la formación de un frente cívico y social (la nueva denominación cool de las coaliciones opositoras por la mala prensa de la que goza la palabra "Alianza"), los 600 mil votos que cosechó en los últimos comicios y el alto grado de aceptación que obtiene en Rosario lo convierten en el postulante indiscutido. Si se impone en los comicios del 23 de octubre habrá alfombrado, además, su camino para la Gobernación.
La remake de la coalición tal como se baraja por estos días no solamente encrespa los ánimos de buena parte del radicalismo ("vamos a ser los etarras de esa alianza", amenaza Boasso), sino que también genera dudas en el Palacio de los Leones, cuyos habitantes creen que "se deben impedir los errores del pasado" y consideran que la sigla UCR es un lastre más pesado de levantar que las valijas de Southern Winds.
La semana política santafesina tuvo algunos capítulos inéditos. De hecho, la aparición en escena del operador Juan Carlos Mazzón en la Casa Gris actuando como vocero de la estrategia electoral santafesina resultó impactante para los analistas políticos e indigerible para el autodenominado kirchnerreutemismo, que asienta sus reales en el asesor presidencial José Salvini.
El titular de la Unidad Presidente oficializó la candidatura de Horacio Rosatti en el primer lugar de la lista a diputado y dejó en claro que las internas obligatorias, abiertas y simultáneas se harán el 7 de agosto (Día de San Cayetano). Mazzón, Mazzón qué grande sos.
El episodio no hizo otra cosa que confirmar la gran novedad que ofrece el justicialismo santafesino: por primera vez desde 1991 le desalambraron el territorio. Jorge Obeid se fue a China, pero Carlos Reutemann viajará a Alemania junto al presidente. Ahí, el Lole tendrá oportunidad de sacarse todas las dudas respecto a cuál será el rol del santacruceño y manifestar sus quejas por la avanzada nacional.
A medida que los días consumen el almanaque electoral, muchos empiezan a despertarse de un sueño que pareció eterno. La andanada de descalificaciones que recibió la ley de lemas hizo perder de vista algo que se repitió hasta el hartazgo desde esta columna: bajo el pomposo nombre del nuevo sistema electoral tal vez se esté construyendo un inmenso caballo de Troya que espera la hora de volver al pasado. Como dijo Winston Churchill en el Día D: "No sé si es el principio del fin, pero sí que es el fin del principio".
La oposición, tardíamente, se horroriza por la puesta en marcha de la nueva maqueta, repleta de agujeros negros. El diputado provincial del PDP Gabriel Real compiló un interesante trabajo sobre las sombras, las contradicciones e incompatibilidades de la ley en vigencia.
El sistema provincial (para elegir candidatos a concejal, intendente y presidentes de comuna) es obligatorio para todos los ciudadanos. El sistema nacional (para designar postulantes a diputado nacional) no es obligatorio.
En el sistema provincial, aunque exista una única lista de candidatos, las internas se realizan igual por ser obligatorias. En el nacional no se realizan, porque las internas abiertas no son obligatorias cuando exista una sola lista de candidatos.
En Santa Fe, la organización, fiscalización y escrutinio están a cargo del Tribunal Electoral provincial. En el ámbito nacional las mismas tareas serán desempeñadas por la Junta Electoral partidaria.
En las elecciones provinciales se usan padrones idénticos a los generales y cualquier ciudadano puede votar a cualquier candidato. En las elecciones nacionales a los postulantes de un partido los pueden votar los ciudadanos afiliados al mismo y los independientes que no estén afiliados a ningún partido.
En las elecciones provinciales no existirá diferenciación de votos ni sobres. En las elecciones nacionales los votos y sobres serán diferentes.
En las elecciones provinciales se utilizarán urnas iguales que en la general; en cambio en la elección nacional las urnas tendrán que ser distintas y cada partido tendrá su propia mesa y su propio cuarto oscuro.
En las elecciones provinciales y en las nacionales deberán ser utilizados diferentes fiscales y diferentes autoridades de mesa en los comicios.
Por estos laberintos deberán transitar los ciudadanos santafesinos. Quienes se nieguen a inmiscuirse en las internas partidarias provinciales estarán obligados a concurrir al Tribunal Electoral o a la seccional policial más cercana a su domicilio dejando constancia fehaciente de que no participarán. Se les dará un certificado, que deberán devolver hasta 60 días posteriores a los comicios.
El alivio para los rosarinos será que el 23 de octubre, además de diputados nacionales, solamente se elegirán 11 ediles (producto de la única reforma política que se hizo en la provincia desde 1983), que debería constituir un filtro para evitar que se cuelen en las listas los impresentables de siempre. Los partidos, más que nunca, tendrían que afinar el lápiz y ensayar algo que se parezca a la renovación de caras e ideas.
El clima de interna permanente que sobrevuela al justicialismo, la reedición de la Alianza Santafesina y las quejas que empiezan a saturar el ambiente suenan a música conocida en la provincia. ¿Qué hay de nuevo, viejo?
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