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domingo,
10 de
abril de
2005 |
Mercados
Enfriar la economía, el arma
que viene contra la inflación
Salvador Di Stéfano
La frase del presidente del Banco Central (BCRA), Martín Redrado, en Japón fue contundente: "Tendremos en el 2005 una inflación del 8% anual". Poco realista o no, lo cierto es que en tres meses la inflación fue del 4% y, de acuerdo a esta declaración, deberían venir 9 meses de una cifra igual para cumplir con su palabra. Luce difícil pero parecería que se viene preparando un freno muy fuerte de la economía.
Las causas de la inflación son tres: fuerte aumento de la masa monetaria, que durante todo el 2004 se incremento en 8.300 millones de pesos; el aumento del gasto público, que pasó de 85 mil a 97 mil millones de pesos en un año; y la utilización del 100% de la capacidad instalada de algunos sectores industriales que limitan la oferta de productos.
El gobierno en los próximos días comenzará a atacar dos de estas tres causas. Por el lado monetario está subiendo fuertemente la tasa de interés, que pasó del 2,5% al 3,25% anual para la captación de pases pasivos de las entidades financieras desde fin de 2004 a la fecha, y los bancos incrementaron de 2% al 3,5% anual la oferta para captar depósitos a plazo fijo a 30 días de plazo para grandes montos.
Esta suba de tasas de interés, acompañada de una mayor absorción de pesos de la economía vía endeudamiento del Banco Central o cancelación de redescuentos al ente rector, pretenden un escenario de iliquidez que ponga freno a la demanda y, consecuentemente, limite la suba de precios.
Por el lado del gasto público se espera una reducción un trabajo que se prevé en consonancia con las provincias, a las cuales el ministro, Roberto Lavagna, les envío el ultimátum de no incrementar salarios y tampoco engrosar el gasto de obra pública. Con medidas de este tipo se busca contener el gasto, ser más eficiente en la recaudación y lograr un superávit fiscal lo más elevado posible que permite adquirir en plaza un buen caudal de dólares.
Lo más difícil para el gobierno es recrear el clima de negocios que posibilite incrementar la capacidad instalada de las empresas y se vuelque al mercado una mayor oferta de productos. Para incrementar la capacidad instalada hay que invertir, para ello se necesitan reglas claras y seguridad jurídica, insumos que hoy no existen.
En conclusión, el gobierno trabaja bien en lo monetario y lo fiscal, pero hay que tener en cuenta que es este mismo gobierno el que se metió en este problema cuando hace dos meses atrás incrementó desmedidamente el gasto y emitió a tambor batiente todos los pesos que podía.
Tal vez llevando adelante estas medidas logre frenar momentáneamente el avance de los precios, pero sin lugar a dudas lo hará con una fuerte desaceleración en la actividad económica, algo que puede debilitarlo políticamente a futuro de caras a las elecciones de octubre.
Las privatizadas
Otro problema en ciernes es el de las empresas de servicios públicos. En Argentina los servicios públicos están a precios similares a los que tenían con el dólar uno a uno, para ejemplificarlo: tienen precios pesificados de la convertibilidad.
En los últimos cuatro años las empresas no realizaron inversiones porque la rentabilidad desapareció. Como el resto del mercado que demanda estos servicios creció, hoy la oferta no alcanza para satisfacer la demanda.
Para incrementar la oferta hace falta inversiones y para que ello ocurra hay que aumentar las tarifas, algo imposible de pensar si está tratando que la inflación en los próximos 9 meses sea igual al 4% anual, con lo cual si el invierno resulta muy frió se está en los umbrales de una crisis energética, que aportará aún más a la desaceleración general de la economía.
La inflación de los primeros meses del año y el tipo de cambio fijo se dan de patadas con los principios básicos del plan económico. El gobierno buscó en los últimos años tener un tipo de cambio alto que dinamice las exportaciones, beneficie al campo e impulse el proceso de sustitución de importaciones.
Con tipo de cambio fijo e inflación se corroe el tipo de cambio alto. Por ejemplo, cuando se devaluó el signo monetario el tipo de cambio se ubicó a 1,40 peso, si a esto se le suma el mix de inflación mayorista y minorista da un tipo de cambio de 2,80, esto indica que la inflación se comió la devaluación y eso que aún no se modificaron las tarifas de los servicios públicos.
Esto también muestra que difícilmente el gobierno deje caer al dólar desde los niveles actuales porque estaría aportando más frió a la actividad económica.
Considerado que fuera de la oferta puntual de dólares que opera en esta época del año, en este segundo trimestre el BCRA trabajará más para devaluar el peso a la zona de 3/3,10 pesos, que para dejar caer la paridad a 2,80 y perjudicar a los sectores que impulsan el desarrollo de este plan económico.
Los mercados se ven afectados por varios frentes: en el internacional, la suba del petróleo convalida la posibilidad una mayor inflación y, por ende, un aumento en la suba de la tasa de corto plazo en Estados Unidos de cara a la próxima reunión de la Reserva Federal, que se realizará el próximo 2 de mayo; en el frente interno, la suba de la tasa doméstica impacta negativamente sobre los bonos en pesos, que verán incrementar su tasa de retorno y consecuentemente sufrirán una baja en su paridad; y, por último, el posible alejamiento de un acuerdo entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) pone más oscuro un panorama financiero que ya lucía poco claro desde finales de 2004.
Conclusión
En este escenario, el dólar está en el piso, por lo que es un buen momento para comprar. La tasa seguirá en alza en el exterior y en el plano local. Los bonos lentamente arbitrarán a la baja y la bolsa seguirá su camino anodino con el vencimiento del mercado de futuros y opciones que opera el próximo viernes y con un piso muy firme (por ahora) en los 1.290-1.300 puntos.
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