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domingo,
10 de
abril de
2005 |
Rabia e
impotencia
Hace 29 años que llevamos incorporado el fantasma de aquel 24 de marzo de 1976. Todos los miedos, rabia e impotencia que aquello nos causó lo reflejamos en hechos recientes, como el de la Justicia que liberó en esta fecha clave a uno de los represores más feroces de la dictadura. O las declaraciones del ex funcionario del proceso Juan Alemann, en un medio de comunicación, diciendo que en la Esma se torturaba por placer y que no cabía en la cabeza de nadie apropiarse de los hijos de "guerrilleros", haciendo alusión a que es sangre maldita. Para escuchar o ver todo este tipo de provocación tienen que tener el consentimiento de alguna "autoridad superior", sino no se justifican estos mensajes golpistas; es realmente preocupante el espacio que ocupan o, mejor dicho, que nunca dejaron de ocupar estos "personeros" de la historia. Lo más peligroso la indiferencia y la falta de compromiso de nuestros dirigentes. Es más, se sigue defendiendo esta política neoliberal a cualquier precio. Es lamentable la exclusión que padecemos la mayoría de los argentinos, como también irritante es la crónica que se hace con respecto a la distribución de la riqueza. En concreto, son pocos los favorecidos con este proyecto. Es bueno para la salud democrática de un pueblo revelarse a estos hechos con compromiso ciudadano. Cuando hablamos de riqueza de un país decimos que depende de su potencial humano, con su grado de organización, su espíritu de iniciativa y su trabajo de la extensión y fertilidad de su suelo, de sus plantas industriales, de su tecnicismo y del desarrollo de su investigación técnico científica y de una buena organización de crédito y finanzas que dé agilidad al sistema. Y por supuesto la armonía y solidaridad social. De esta riqueza hablamos, sin crónicas, con realidades concretas. Y eso exigimos a nuestros gobernantes. Hace más de 30 años que viene corriendo sangre en este país. Es hora de decir basta. Como dijo un ex presidente argentino alguna vez: "La agitación de las masas es un efecto de la injusticia social; el remedio no está ni en engañarlas ni en someterlas por la fuerza, sino en hacerles justicia".
Adriana Noemí Diez, DNI 13.448.311
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