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 sábado, 09 de abril de 2005  
A la cárcel hundido por sus vecinos
A Hugo Diris lo vieron acribillando a un joven en Pueyrredón y Garibaldi. Debe cumplir diez años de condena

A la vista de varias personas que hacían cola para retirar una caja de alimentos en una escuela, dos hombres descargaron sus armas sobre Gustavo Iván Acosta dos años atrás. Sus vecinos vieron como el joven se tomaba el abdomen y caminaba tambaleando por la placita de Pueyrredón y Garibaldi antes de ser trasladado al Hospital de Emergencias. Luego, los comentarios de la gente y el reconocimiento positivo que hicieron dos testigos en Tribunales llevaron a Hugo Luciano Diris a la cárcel, donde deberá permanecer 10 años y 8 meses como el autor de ese crimen, tal como dispuso en un fallo el juez de Sentencia Julio Kesuani.

Acosta tenía 23 años cuando la madrugada del 27 de marzo de 2003 recibió varios balazos en el abdomen. Lo condujeron al Heca, lo operaron, pero falleció en la unidad de terapia intensiva por la gran pérdida de sangre. Nadie entre sus familiares le conocía diferencias con Diris, pero lo cierto es que las personas que presenciaron la balacera nombraron y señalaron sin dudar al hombre que ahora fue condenado.

El muchacho vivía en Doctor Riva al 2700 y le decían Chino. Ese noche, había ido a un cumpleaños en una vivienda de la zona. En un momento volvió a su casa, en la que su madre atendía un almacén, y le pidió dos botellas de cerveza. Aquella fue la última vez que la mujer lo vio con vida. Entre las 2.30 y las 3.30 de la mañana, el joven fue baleado en una placita de Pueyrredón y Garibaldi, frente a una escuela en la que unas veinte o treinta personas se habían agolpado a esperar la llegada de la mañana. Hacían cola para estar entre los primeros en retirar alimentos. Y desde allí vieron todo.

Lo que contaron los vecinos es que el Chino Acosta pasó corriendo frente a ellos y que detrás lo perseguían dos hombres; ambos armados. "Vi un sujeto que iba caminando hacia el sur y de repente salieron de entre las casas los Diris, padre e hijo, disparando con revólveres. Se veían los fogonazos. Fueron aproximadamente diez disparos dirigidos al muchacho que iba cruzando y cayó al piso", dijo uno de los hombres que estaba en la cola. Este hombre reconoció luego a Diris padre en una rueda judicial. También lo hizo una mujer que había visto el crimen. Esa noche, algunos vieron a Acosta solo, otros dijeron que corría acompañado. Lo cierto es que todos refirieron que la víctima corría y a sus espaldas dos personas concretaban el ataque.

"El que venía disparando se quedó sin balas. Gatillaba pero no le salían los tiros", reveló una mujer. Según contó, todas las personas que estaban en la cola tuvieron que arrojarse al piso para evitar ser alcanzadas por las balas. De hecho, uno de los proyectiles "pegó arriba de la puerta de ingreso a la escuela", señaló.

"Era buen pibe, nunca tuvo problemas conmigo", dijo Diris al ser interrogado por el asesinato. El hombre sostuvo que esa noche escuchó los tiros desde su casa pero que no vio nada. Sin embargo, los testimonios de sus vecinos que lo vieron disparando aquella noche sustentaron la condena a 10 años y 8 meses por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. El móvil del crimen nunca se aclaró.
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