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miércoles, 06 de abril de 2005 |
La siempre agitada Mónaco está de luto: calles vacías y silencio
Mónaco.- Las calles, habitualmente repletas de coches, están vacías. Numerosas tiendas y bares bajaron sus persianas de inmediato. La muerte de Rainiero III no tomó por sorpresa a los monegascos. Pero la triste certeza de esta mañana hizo que un manto de silencio cubriera el "peñón" en la Costa Azul.
Muchas personas ni siquiera querían hacer declaraciones a las cámaras de televisión. Y algunas sólo podían decir una frase: "Era como un segundo padre".
El patriarca, querido no sólo por su familia sino también por sus súbditos, está muerto. Esta mañana se reunían en grupos en las calles o en la plaza delante del Palacio Grimaldi, para compartir el dolor.
"No voy a abrir la tienda. Simplemente no puedo", dijo un propietario de una boutique a los periodistas.
Incluso en los mercados monegascos hubo menos movimiento del habitual. Y también allí las cámaras captaron los rostros de aquellos que estaban con el pensamiento perdido. La muerte no llegó de forma sorpresiva. Pero de alguna manera sí.
"Dos personas extraordinarias se han ido", dijo un policía jubilado, mientras en uno de los pocos bares abiertos se veían alternadamante imágenes del príncipe y de la capilla ardiente del Papa.
Mónaco ya tenía las banderas a media asta por Juan Pablo II. Pero ahora no sólo los católicos del pequeño principado sino todos los monegascos quedaron huérfanos. (DPA)
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