| miércoles, 06 de abril de 2005 | Carta a un presidente cristiano Por medio de la presente quería compartir la congoja que enluta al pueblo cristiano por la intensa agonía sufrida por nuestro querido Juan Pablo II. Un hombre que revolucionó al mundo, que cambió la imagen de la Iglesia Católica, la humanizó, la acercó al hombre sin derramar una sola gota de sangre; muy por el contrario, ofreció la suya y perdonó a quien lo lastimó, intercedió para evitar el enfrentamiento de nuestro país con los hermanos trasandinos, extendió los lazos de fraternidad con otras religiones, pidió perdón por las omisiones de sus antecesores, peregrinó por el mundo y hasta el último momento, ya sin voz, predicó la palabra divina. Al respecto, escuché muchas críticas y no pude evitar recordar las imágenes de la película sobre La Pasión de Cristo, donde pude apreciar crudamente cómo el hombre, hijo de Dios, se entregó al martirio, sufrió, gimió, balbuceó y a las puertas de la muerte del cuerpo tuvo el gesto de amor más grande y sublime, perdonó y pidió misericordia para quienes lo condenaron a muerte. Hoy como ayer algunos sufrimos y otros festejaron, ayer fueron los intolerantes llenos de odio, hoy es Aljazeera, Hebe de Bonafini y su hijo el presidente Kirchner. Ante el dolor y la angustia que me embarga como argentino y cristiano, ruego y espero que desde el gobierno no se envíen las hipócritas condolencias de turno. No hace falta señor presidente, como ayer y a pesar de todo sepa que en sus últimos suspiros el Papa peregrino lo ha perdonado...
DNI 23.250.961
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