| sábado, 02 de abril de 2005 | Reflexiones La gesta de Malvinas Héctor Gustavo Pugliese "La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituye un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino". Eso afirma la Constitución de la Nación Argentina
La gesta de Malvinas no deja de crear y desarrollar publicaciones, hipótesis, reflexiones, enseñanzas, etcétera, que nos introducen analíticamente en la estrategia y en la historia con mayúsculas de nuestra patria. El paso de los 23 años a un veterano de guerra no hace más que motivarlo en la investigación permanente, ya que se trata de una gesta vivida por nuestros hombres de armas, acompañados por todo el pueblo argentino y por amigos extranjeros de todas las latitudes, quienes siguieron esta hazaña como si fuera propia. La heroica empresa, ejecutada con valor por un puñado de argentinos, no logró alcanzar los objetivos políticos deseados por la conducción superior del Estado y provocó la pérdida de muchas vidas gloriosas que, creo, pudo ser evitada.
La escalada de la crisis al conflicto armado pudo ser prescindida si se hubieran analizado profundament, las ganancias y pérdidas, probables y posibles de esta patriada. En tal sentido, vale recordar el informe Rattembach, cuando expresa: "El 2 de abril de 1982 la Nación y el mundo se enteraron sorpresivamente de que las Fuerzas Armadas Argentinas habían desembarcado en las islas Malvinas y que nuestro pabellón se izaba en ellas, reafirmando nuestros derechos soberanos después de 150 años de usurpación por parte de Gran Bretaña. Esta fecha quedará grabada en la historia: las Malvinas, que son parte de la República Argentina, volvían a su patrimonio, aunque breve tiempo después nuestro pabellón tuvo que ser arriado, superado el esfuerzo por el enemigo. Para resultar victoriosos en una confrontación internacional no sólo vale tener derechos, sino que también hacen falta poder, buena conducción, organización y fuerzas bien adiestradas, equipadas y aprovisionadas. La fuerza, empleada equivocada e inoportunamente, no es el medio idóneo para hacer valer los derechos frente al adversario y ante toda la comunidad internacional. Es absolutamente necesario aclarar en forma completa y veraz lo sucedido. Así lo exigen la soberanía nacional agraviada, la dignidad de la República Argentina y el honor de sus Fuerzas Armadas".
Pese a ello es necesario destacar a los participantes de esta gesta, a los que estuvieron en las islas y no fueron los responsables de tan errónea decisión político-estratégica. Destacar y por qué no honrar y glorificar a los que en las reivindicadas islas quedaron, exaltando su sagrado compromiso de soldado: "Defenderla hasta perder la vida", para con la patria y su bandera, que la simboliza plenamente. Ennoblecer a esos héroes que siguen en la turba o en el mar como centinelas guardianes de la Nación, arquetipos templados para las generaciones actuales y futuras. Recordar a los más de 600 colosos muertos en combate, que en los 45 días que duró la batalla (1º de mayo al 14 de junio) dieron lo máximo que un ciudadano puede dar en defensa de la Constitución y de uno de sus derechos ineludibles, cual es el ejercicio pleno de la soberanía sobre todo el territorio nacional. Y que lo hicieron con valor, templanza y por qué no, con la sabiduría y la moderación necesarias para poder afrontar situaciones extremas y no deseadas por los combatientes.
Honrar a esos valientes que -como el soldado rosarino Sergio "Gringo" Desza, muerto en Puerto Argentino el 13 de junio de 1982- eran tan jóvenes como el soldado Juan Bautista Cabral, muerto en el combate de San Lorenzo, salvando la vida a su jefe, nuestro insigne general San Martín. Enaltecer al también rosarino alférez piloto de la Fuerza Aérea Argentina Alfredo Vázquez, muerto en combate al ser derribado su avión Skyhawk A-4B sobre Fitz Roy, en el cielo de Malvinas, el 8 de junio de 1982, cayendo al grito de "Viva la patria". El nos recuerda a otro héroe local, el subteniente abanderado Marianito Grandoli, muerto en Curupaytí, Paraguay, al que se iguala en heroísmo y temeridad
También elogiar por su empuje, arrojo y exaltación a la celeste y blanca a los otros rosarinos caídos en Malvinas: Daniel Esturel, Juan Gregory, Saverio Maragliano, Héctor Rolla, Alberto Marcelino Aguirre, Jorge Enrique Cicotti, Roberto Segundo Lobo y Aldo Oscar Patrone. Ellos se equiparan a todos los soldados desconocidos, héroes anónimos de tantas gestas criollas que nos dieron libertad, independencia y los valores republicanos que hoy nos señalan el camino.
Además es importante en este día destacar a los bravos que regresaron después de lidiar por un sentimiento justo y causa nacional, veteranos de guerra, que con heridas en el cuerpo o en el alma nos acompañan a diario como activos prototipos de lo que un patriota puede hacer como ciudadano soldado por su República. Veteranos que enfrentan con sacrificio diario la responsabilidad de trasladar sus experiencias particulares a las nuevas generaciones, manifestando que hoy también se logran conservar activos, valores, arquetipos, modelos e ideales de los próceres que fraguaron nuestra patria-Nación y que nos infundieron, motivaron y enseñaron nuestros padres y maestros.
Y finalmente del mismo modo resaltar a todos los ciudadanos que, desde el territorio nacional continental, se ofrecieron como voluntarios para participar en esta causa, empresa que aglutinó a muchos argentinos de distintas tendencias políticas, ideológicas o religiosas. Unión que también demuestra que somos capaces de afrontar gestas o epopeyas en el presente o en el futuro para sentirnos orgullosos de ser auténticos argentinos. Ciudadanos que aman su Nación y que juntos y hermanados pueden salvar cualquier peligro, de la naturaleza que sea, orgullosos de ser criollos, apasionados por su patria y de ser argentinos.
(*)Coronel de la Nación, veterano de la guerra de Malvinas.
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