| domingo, 27 de marzo de 2005 | La otra Cataluña "No significa que la situación sea sencilla y que la comunidad catalana se asemeje al paraíso albiceleste. La realidad es que muchos argentinos arribaron. Algunos pegaron la vuelta. Y muchos se quedaron", lee Coca, (que vive en Barcelona), en La Capital del domingo 6 de marzo. Sentada frente a la computadora, mientras toma una taza de té caliente, continúa: "El catalán que mira con simpatía y sonríe por ese argentino inmigrante que aporta su cultura". Pintoresca le sugiere la nota, hasta alentadora, pero la realidad es muy distinta para los argentinos. Los Saviola, los Riquelme, ellos sí viven en España y en cualquier parte del mundo sin problemas económicos y con la documentación en regla. Benditos papeles para quien no los tiene. Trabajan explotados y no pueden acceder al soñado Primer Mundo. Los españoles, o si prefieren catalanes, no miran con simpatía a ningún extranjero: ya están hartos de ellos, aunque éste sea argentino. Legalizar el título, que si sabe catalán, que la residencia: pensé que todo era más fácil. Nuestro status social: extranjero; pero los extranjeros del Primer Mundo son mejor vistos que los del Tercero. ¿Tu sudaca? ¡Al, coño!, entérate chaval esto es Cataluña, no es España. ¿Canilla dices?; esto es un grifo. ¿Hablas castellano? Coca termina de beber su té con limón y piensa en los miles y miles de argentinos que no están en su país ni en el extranjero sino en el avión. Un avión cargado de sueños e ilusiones que nunca aterrizará porque ningún aeropuerto tiene prendida su luz verde para darles pista a tantos pasajeros. ¿No te parece?
Daniel Marocco Robledo enviar nota por e-mail | | |