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 sábado, 26 de marzo de 2005  
Una sensación de despedida domina a los fieles

Carola Frentzen

Roma. - A duras penas se vislumbran un par de rayos de sol en el cielo gris de Roma esta Semana Santa. Como cada año, un número incontable de turistas y peregrinos camina por la plaza de San Pedro. Ajetreo de Viernes Santo en el Vaticano. Pero esta Semana Santa es diferente. Un grupo de peregrinos polacos mira con preocupación hacia el departamento del Papa. ¿Cómo serán el Vía Crucis, las misas, las festividades sin él? "Si Dios quiere, el Papa se dejará ver el Domingo de Pascua. No será lo mismo, pero en nuestro corazón está con nosotros", dice una jubilada de la ciudad germana de Colonia.

Juan Pablo II, que sufre la enfermedad de Parkinson, ya redujo al mínimo su programa en los años pasados. Pero por primera vez en sus 26 años de pontificado, el Sumo Pontífice de la Iglesia Católica deberá, sintiéndolo en el alma, renunciar por completo a la participación en las festividades. "Pero es que es mayor y tampoco se hará más joven, por lo que es muy normal que haya ciertas cosas que ya no pueda hacer", opina una estudiante de Londres que, sin embargo, espera poder ver al Pontífice al menos durante la misa del Domingo de Pascua, aunque sólo sea por un momento.

Un peregrino de la ciudad alemana de Detmold piensa que el Papa es "un hombre valiente". Con sus breves apariciones muestra a la gente que la vida no tiene sólo su lado positivo, sino que también conlleva sufrimiento. Sin embargo, en este punto se dividen los ánimos: "Habría que dejarle en paz, en vez de enseñar tantas imágenes suyas", afirma un grupo de turistas procedente de la región germana de Renania.

Asistieron igualmente al Vía Crucis en el Coliseo y a la misa, aunque las celebraciones fueron oficiadas por cardenales. "No sería católico y sería contrario a la fe cristiana venir para participar en las festividades de Pascua sólo por una persona", agrega.

Entretanto, los pronósticos del tiempo para los días festivos tampoco son muy alentadores. Se anuncian lloviznas y temperaturas frías por la noche. "Con este tiempo realmente es mucho mejor que el Papa siga las celebraciones por televisión en su departamento. Sino sería muy peligroso", dice preocupado un vendedor de periódicos del barrio de Tedaccio. Al fin y al cabo, el Pontífice recibió el alta tan sólo hace dos semanas, y el temor de una nueva recaída es grande.

A pesar de todo, esta Semana Santa es diferente: una sensación de despedida domina el ambiente en la Plaza de San Pedro. Una ciudadana polaca mira con lágrimas en los ojos hacia la ventana del Papa: "Posiblemente el Domingo de Pascua sea, después de todo, una de las últimas veces que podamos ver a Juan Pablo II", señala. (DPA)
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