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 sábado, 26 de marzo de 2005  
El huevo de Pascua no se computa para la inflación
El característico producto de Semana Santa puede aumentar tranquilo ya que no figura en el índice de precios

Marcelo Batiz

Los aumentos en los precios de los productos de la canasta de Semana Santa pasarán desapercibidos en la inflación oficial, ya que tienen una participación mínima en la ponderación del índice de precios al consumidor (IPC) o directamente no lo integran, como los huevos de pascua o el bacalao.

"Los huevos de Pascua, las roscas de Pascua, y el tradicional bacalao ni siquiera se computan en el índice oficial, de manera que estos tres productos pueden estar mucho más caros que en años anteriores -como de hecho sucede- sin que el IPC oficial refleje en lo más mínimo esos aumentos de precios", señaló el investigador Ricardo Natalucci, en un análisis sobre la metodología de cálculo de la inflación.

Según la ponderación oficial en base a la que se calcula habitualmente la inflación, el filet de merluza representa el 0,193 por ciento de los ingresos de una familia tipo. Con un precio de 9 pesos el kilo, un trabajador con un ingreso de 760 pesos (mínimo reclamado por la CGT) sólo podría comprar 163 gramos del pescado por mes (5 gramos diarios a repartir con su esposa e hijos) para "ajustarse" al índice.

Dicho de otra forma, para que un kilo de filet de merluza por mes represente el 0,193 por ciento de los ingresos de una familia, estos deben ser de 4.663 pesos, seis veces más que el mínimo solicitado por la central sindical.

Por otra parte, la baja participación de los productos de Semana Santa en la composición del IPC implica que los aumentos de precios pasen desapercibidos dentro de la inflación general.

Al respecto, si el salmón aumentara el 667 por ciento su incidencia en el IPC global sería de 0,1 por ciento, ya que su ponderación es del 0,015 por ciento.

Para medir la inflación, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), al igual que sus pares de otros países, mide el comportamiento de precios de un universo de bienes y servicios, ponderados de acuerdo con una encuesta realizada hace ocho años a un conjunto de hogares tomados como muestra.

En consecuencia, el IPC que se mide en la actualidad se basa en un promedio ponderado de consumos realizados entre 1996 y 1997, antes de la depresión económica iniciada en 1998 y de la devaluación de 2002, que alteraron radicalmente las pautas de consumo de la población.

Asimismo, esa estructura del IPC dejó afuera a varios consumos populares o los redujo a una participación menor a la que tienen en vastos sectores de la población.

Según Natalucci, "el Indec también parece ignorar que para Semana Santa el consumo de pescado es mucho mayor que durante el resto del año, y que por lo tanto los aumentos de precio del pescado en estas inciden más que nunca en el verdadero presupuesto de una familia tipo".

El investigador destaca la paradoja que "en esta época todos los organismos de defensa de los consumidores realizan relevamientos del precio de esos artículos característicos, pero el propio Indec no los incluye en el cálculo del índice oficial, mientras que en ese mismo índice oficial se toman todos los meses otros artículos muy poco representativos, como anillos de oro, docenas de rosas rojas, o la castración de una gata".

"Para decirlo más claro, para el Indec el gasto en huevos de Pascua y otros gastos de Semana Santa no existen", señaló al respecto Natalucci, quien conoce el tema de cerca: hasta 1985 participó de los equipos técnicos del organismo abocados al estudio de los índices de precios.
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