| sábado, 26 de marzo de 2005 | Mercado, oferta y demanda Siguiendo las leyes del mercado sabemos que éstas se regulan de acuerdo a la oferta y a la demanda. Pero sabemos también que la palabra mercado es una abstracción. Se dice que son los juegos de la Bolsa. La población mayoritaria, no tiene noticias de su significado y suele mirar con asombro lo que pasa en esas enormes pizarras a través de la TV, viendo como todos pugnan por vender y comprar sin entender nada. De repente el mercado se enoja y los formadores de precios, a su libre arbitrio, ante la desaparición del Estado (destruido desde los años 90), suben los precios de aquellas cosas que manejan. Los que tienen entradas o jubilaciones que por años no se han modificado sufren el impacto. Disminuyen el consumo de nutrientes y aún de medicamentos, desmejorando su calidad de vida de manera progresiva. La vestimenta se deteriora pero no se reemplaza, sino que los zurcidos inician sus tareas reparatorias. Las goteras de sus casas permiten el paso del agua de lluvia, que si bien es pura, deteriora el ambiente por la humedad, que hace muchas veces crujir las desvencijadas articulaciones de las personas muy añosas. El empobrecimiento es progresivo y no se encuentra el camino. Un pueblo compuesto según los mandatos de la economía de mercado, expulsadora de seres humanos, no se atreve a enfrentar el problema, pues ha sido llevado a un estado de total de individuación, que los inmoviliza en la acción. Se ha instalado la "obediencia debida" a las leyes del mercado. Se restringen a sí mismos la posibilidad de ejercer el poder nacido del viejo lema de que, "la unión hace la fuerza". Usando un poco de sentido crítico de la situación planteada por el poder financiero e inhumano, determinantes de la situación económica del pueblo, mediante la unión de éste, haciendo crecer la individualidad aletargada en nuestro interior, habría muy buenas medidas para tomar antes que el monopolio sea total y no quede nada por hacer. Tan sencillo resultaría contrarrestar esa enorme agresión a los menos pudientes no comprando ningún producto de aquellos emporios que manejan con discrecionalidad los recursos del poder, promoviendo la pobreza creciente de las mayorías. Si nos quedamos solo apesadumbrados por la suba de la nafta de Shell o de otra compañía -o en otros ramos- lo que traerá inflación de rebote, ella recaerá con nuevos déficit para la sobrevivencia de los más humildes. Y seguiremos siendo un muy buen rebaño que sólo anda junto, pero no unido.
Doctor Efrain Hutt, LE 5.782.938
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