Gana la partida

Ajedrez: Bobby Fischer recalará en Islandia

La tumultuosa vida del excéntrico ex campeón mundial de ajedrez Robert Bobby Fischer, quien pasó temporadas en Yugoslavia, Filipinas y Hungría, podría alcanzar por fin la paz y la calma, a sus 62 años, en la remota y tranquila Islandia.

Considerado el mayor genio de la historia en su deporte, Fischer encontró esta semana una vía de salvación en la fría isla del Atlántico Norte, que le dio la nacionalidad islandesa. Eso le permitirá poner fin a ocho meses de prisión en Japón.

Fischer, detenido desde hace ocho meses en ese país, será un hombre libre precisamente por la decisión del Parlamento islandés de concederle la ciudadanía, cosa que ocurrió el lunes.

El genial ajedrecista había sido detenido el 13 de julio en el aeropuerto de Narita, cuando intentaba volar a Filipinas con un pasaporte inválido. Fischer se enfrenta también a una orden de extradición a Estados Unidos, que lo reclama por haber violado el embargo durante la guerra de los Balcanes en los años 90.

El muchacho que a los 14 años se proclamó campeón absoluto de Estados Unidos, y al año siguiente el gran maestro más joven de la historia, evidenció pronto una enorme inteligencia. Los registros académicos de Bobby Fischer indicaban un cociente intelectual de 180, con una increíble memoria retentiva.

Ya de joven sólo le interesaba el ajedrez (aprendió ruso para poder leer revistas de ajedrez de ese país), pero también amaba los dólares. "Soy un individuo detestable. Mis ideales son el ajedrez y el dinero. Quiero ser riquísimo. Todos quieren serlo pero ninguno lo dice. ¿Es pecado?", dijo en una ocasión.

Su mayor fama llegó en Reykiavik, la capital de Islandia, cuando en 1972, en plena Guerra Fría, arrebató el titulo mundial al ruso Boris Spaski por 12,5 a 8,5 puntos, pese a que Fischer perdió la primera partida y no se presentó a la segunda alegando que le molestaban las cámaras de televisión, por lo que se la dieron por perdida.

La seguridad en sí mismo rebasó todos los límites. Al ser preguntado a quien consideraba el mejor jugador del mundo contestó: "Ne me gustaría ser inmodesto, pero no es necio decir la verdad. Soy yo".

Estas fueron las últimas partidas oficiales de Fischer. Cuando, a los tres años, en 1975, tenía que defender el título ante el ruso Anatoli Karpov, se negó a jugar por no aceptarse sus exigencias económicas y fue despojado del título. El joven Karpov fue campeón del mundo sin mover una pieza.

La pérdida de la corona no afectó a la creencia de Fischer en su poder ante el tablero: "Cualquiera que entienda de ajedrez sabe que, salvo por el título, soy el campeón en todo. Hace ya tiempo que soy el mejor", comentó en su día.

Fischer desapareció de competiciones y torneos. Pero en 1992 se enfrentó de nuevo a Spasski -20 años después de Reykiavik- en Sveti Stefan y Belgrado, ganando de nuevo por 10 victorias, cinco derrotas y 15 tablas.

Estados Unidos consideró que Fischer había violado el embargo impuesto al régimen de Belgrado, lo que le valió la persecución por la justicia norteamericana.

Nunca más volvería al país que lo vio nacer. En 1996 Fischer viajó a Argentina para promover su ajedrez aleatorio, en el cual la posición inicial de las piezas -a excepción de los peones- se sortea antes de la partida, invalidando así por tanto toda la teoría de las aperturas.

Japón es la penúltima estación, forzosa, del mito en vida del ajedrez. Hace poco anunció en Tokio su inminente matrimonio con Miyoko Watai, presidenta de la Federación Japonesa de Ajedrez, quizás para eludir la extradición a Estados Unidos. Pero entonces llegó su última jugada, con Islandia ofreciéndole nacionalidad, pasaporte y refugio.