| domingo, 20 de marzo de 2005 | "El preso es un reclamante compulsivo" La mayor prisión de la provincia estuvo más de un año y medio sin un juez de ejecución de penas. Si bien, como advierte Julio César Arri -quien actualmente cumple esta función en la cárcel de Coronda-, los jueces correccionales de Santa Fe se turnaban para suplir esa ausencia, "los presos sufrieron demoras y trastornos" en sus pedidos por este motivo. Antes de llegar como juez de ejecución de penas subrrogante (interino) en octubre pasado, Arri fue, durante ocho años y medio, secretario en un juzgado de Instrucción de la capital provincial. Poco amante de las cámaras y de los grabadores dijo al excusarse por la entrevista acotada: "Espero que me comprendan, los jueces mediáticos no son bien vistos".
El juez de ejecución de penas tiene a su cargo definir o denegar los beneficios previstos en las sentencias de los internos. Es quien define dónde y cómo va transitar su condena un preso. Hasta el escritorio de Arri llegan periódicamente los pedidos de los más de 750 presos condenados en Coronda. "El preso es un reclamante compulsivo", es una de las definiciones que deja en el aire el diálogo con Arri.
El juez explica que en el ránking de los pedidos de presos y familiares están la revisión de cómputos y las unificaciones de penas. Y entre las trabas más notorias están el hacinamiento de los internos, la disciplina dentro de la prisión y el vacío legal que se genera por la falta de reglamentación de la ley 24.660, la norma de ejecución de la pena privativa de la libertad. enviar nota por e-mail | | |