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 domingo, 20 de marzo de 2005  
Panorama político
A Dios rogando, con el mazo dando, pero al FMI pagando

Mauricio Maronna / La Capital

Néstor Kirchner no se permite una tregua ni ofrece un respiro a la hora de elegir enemigos, contradiciendo a quienes suponían que su estrategia de campaña no sería permanente. Como en la fábula del escorpión y la rana, la necesidad de confrontar está en su naturaleza y, lejos de constituirse en una pose, hará uso de ella cada vez que la realidad lo amenace.

El frenesí dialéctico del presidente a la hora de marcar la cancha llegó la semana pasada al mismo mojón que tocaron sus antecesores desde el 83 hasta la fecha: "Yo o el caos", un reduccionismo peligroso que lo ha hecho caer en la tentación de creer que su lugar en la historia es refundar la Argentina, empezar de cero, dinamitar para reconstruir. "En octubre se votará entre los que aman a la Argentina y los que quieren volver atrás", sermoneó en una de sus cotidianas visitas al conurbano bonaerense.

Las advertencias de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) respecto a la supuesta ausencia de libertad de prensa y el blasón del titular del FMI, Rodrigo Rato, sugiriendo que el gobierno no respeta el derecho de propiedad hubieran levantado una retahíla de quejas oficiales en un país normal. En cualquier manual de derecho constitucional está escrito que la violación de esos principios le quita a un Estado la connotación de democrático. Pero, se sabe, las palabras y la realidad muchas veces transitan por corredores que se bifurcan.

El fragoroso discurso de barricada del presidente entrampó al mandamás del Fondo y a algunos voceros de la SIP. Puede decirse que Kirchner pescó dos peces en la misma red. Y no hay dos sin tres: la vulgaridad a la hora del discurso provocó que el mismísimo obispo castrense Antonio Baseotto haya resbalado con su propia lengua (y con las Escrituras) al pedir que el ministro de Salud, Ginés González García, sea arrojado al mar con una piedra de molino al cuello. Fue como una gota de sangre para un tiburón hambriento.

Kirchner degradó al prelado pese al respaldo que había recibido desde el mismísimo Vaticano y abrió una grieta peligrosa con la poderosa Iglesia Católica. En este episodio (teniendo en cuenta las connotaciones de los dichos de Baseotto en un país donde arrojar personas al mar fue un dato empírico de la realidad) la conducta del jefe del Estado no merece demasiados reproches. Sin embargo, las noticias desde Roma sobre las consecuencias del mandoble fueron bastante duras.

Otra vez las palabras: a las denunciadas ausencias de libertad de prensa y respeto a la iniciativa privada se suma la cuestión de la libertad religiosa.

A diferencia de ese episodio, los fundamentos de las diatribas de Kirchner contra la prensa (focalizadas en el diario La Nación y en las "plumas" que no escriben lo que le gustaría leer) resultan poco verosímiles. Este gobierno goza de las mieles de un vasto (y transversal) oficialismo mediático. La ausencia de una oposición política seria que se proyecte como alternativa de poder va instalando en el santacruceño una teoría puesta en práctica por Carlos Menem en el 95, cuando dijo que les había ganado las elecciones al Frepaso y al periodismo.

Un dato revela el ánimo cuestionador del presidente: cuando se escriben las palabras "Kirchner criticó" en el buscador del sitio www.Google.com, los resultados son sorprendentes: 5.150 menciones.

Está claro que el primer mandatario no podría ganarse la vida como RRPP, pero la pregunta que importa es otra: ¿estamos ante un buen presidente? A poco de ingresar en los últimos dos años de mandato, el hombre que llegó al Sillón de Rivadavia con una legitimidad limada por la huida de Menem del ballottage logró reconstruir la figura presidencial, diezmada tras la inutilidad de Fernando de la Rúa y las desmesuras de Adolfo Rodríguez Saá. El vaso que antes estaba vacío ahora está a medio llenar.

Los índices macroeconómicos marcan que el país creció el 9% durante el 2004, que el default es una tormenta casi superada, que el superávit fiscal es récord y que las reservas del Banco Central lucen como la barriga de Diego Maradona antes de la operación en Colombia. Esa es la parte del vaso que se llenó.

El déficit de la actual administración pasa por cuestiones urgentes: reducir el grueso porcentaje de ciudadanos que viven bajo la línea de la pobreza (15 millones, según el Indec), instalar políticas de empleo activas y distribuir el ingreso de manera más equitativa. La fragilidad de la situación laboral quedó transparentada el viernes cuando la Encuesta Permanente de Hogares reveló que el 48,3% de los asalariados trabaja en negro.

Pese a sus rabietas diarias con "los organismos internacionales de crédito, los mercados concentrados y el poder financiero internacional", Kirchner no se olvida de cumplir con los compromisos: el viernes pagó al contado 303 millones de dólares al FMI y hace once días había hecho lo propio por la suma de 292,4 millones. Más allá de las palabras, y como se dice en los pueblos, "las cuentas claras conservan la amistad". En el análisis político el término más adecuado es "pragmatismo".

Luego del boom sojero, los commodities y un tipo de cambio favorable, el gran desafío para el gobierno será la atracción de inversiones. Sin una fuerte inyección de capitales, el mediano plazo será un gran signo de interrogación. Es en este punto donde las adjetivaciones pueden producir trastornos. "Muchos se sorprenden del silencio que guardan jefes de Estado, diplomáticos o empresarios extranjeros con inversiones en la Argentina frente a los reiterados ataques verbales del presidente. Es errado pensar que desde la Comunidad Europea o desde Estados Unidos se responderá en los mismos términos. Para saber verdaderamente cuál es el estado de las cosas, los argentinos tienen que detenerse en el flujo de inversiones que llegan desde esos países, que hoy son casi nulos", dijo a La Capital un legislador alemán que estuvo de visita hace pocos días.

Al margen de los sacudones noticiosos de las últimas horas, el almanaque electoral inicia la cuenta regresiva. Kirchner no le esquivó a la responsabilidad y admitió que en las legislativas se estará plebiscitando su gestión. Esas palabras sonaron como música celestial en los oídos de varios gobernadores que deben afrontar el día a día con una sumatoria de conflictos. Por lejos, el presidente sigue reteniendo el mayor índice de imagen positiva y se constituye en la mejor apuesta que el PJ tiene hoy para ofrecer.

En Santa Fe, se multiplican hasta el infinito las reuniones, seminarios y congresos partidarios. Los justicialistas se resignaron a que, por primera vez desde el 91, la provincia tenga que ser desalambrada. Los seguidores de Carlos Reutemann han encontrado en la figura del hasta hace poco ignoto dirigente José Pepe Salvini una vía de acercamiento a Kirchner y esperan el momento en que el presidente y el senador nacional acuerden una lista de candidatos que acompañe a Horacio Rosatti. Por otro carril, Juan Carlos Mazzón suma reuniones en el interior tratando de captar intendentes. Finalmente, los dos caminos conducen al sureño.

Los nuevos nombres, los intentos de renovación o la incorporación de extrapartidarios siguen brillando por su ausencia.

En la vereda opositora se repone la misma (y aburrida) película preelectoral. Radicales, socialistas y demoprogresistas evalúan concurrir en soledad a los comicios o mezclar el agua y el aceite en pos de derrotar al justicialismo.

Hermes Binner sabe que el 23 de octubre se juega su futuro político y retomó su discurso cargado de pólvora, trayendo a la campaña las trágicas inundaciones en Santa Fe y los muertos de diciembre del 2001. El viernes se animó a decir a una agencia de noticias nacional que no hay diferencias entre los gobernantes locales, los Juárez santiagueños y los Saadi catamarqueños. No se ruborizó al pedir un frente "de centroizquierda con el Partido Comunista, el PDP, la UCR, la Federación Agraria, la CTA y el kirchnerismo". A priori, la Biblia y el calefón.

El ARI apuesta todas sus fichas a la nacionalización de la campaña, que tendrá a Elisa Carrió como exclusiva referencia para atraer votos.

Santa Fe estrenará en breve su ley de internas abiertas, obligatorias y simultáneas que, hasta hoy, ofrece demasiadas lagunas e interrogantes. Después de la demonización que se hizo del sistema de lemas resultaría frustrante que la principal noticia una vez cerrados los comicios sea el alto grado de abstencionismo o la profusión de boletas en el cuarto oscuro.

Pero ya será demasiado tarde para lágrimas.


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