| domingo, 06 de marzo de 2005 | Cultura Educación para la convivencia Todos los hombres pertenecen a grupos étnicos, religiosos, políticos bien definidos y, por ende, están insertos en un mundo caracterizado por la complejidad cultural: un fenómeno presente en las grandes ciudades donde las comunidades mantienen su cultura en coexistencia con otras. García Canclini define a la multiculturalidad como diversas ciudades en una. Sin embargo este proceso de transculturación donde dos o más culturas comparten y mezclan sus pautas, objetos y costumbres resulta muy difícil por las maneras desiguales en que los grupos se apropian, combinan o transforman los elementos que las componen.
El racismo y la discriminación tienen su origen en creer que una raza pueda ser mejor que otra. Los antropólogos llaman etnocentrismo a la tendencia que tienen los pueblos de considerarse superiores. Si bien se dice que es una tendencia de la sociedad occidental se trata, en realidad, de una tendencia universal. Ya los griegos llamaban bárbaros a los pueblos que no hablaban su lengua, y los mayas mudos a los toltecas. Los indios navajos enseñaban que Dios había hecho al hombre de barro y lo había cocinado en un horno; al primer hombre lo sacó crudo: el blanco, el segundo se le había quemado: el negro y recién el tercero había salido cobrizo, el indio, el hombre perfecto para ellos.
En 1853 J. Arthur en "Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas" exaltaba a los blancos como superiores y justificaba la matanza y la esclavitud de los negros por pertenecer a una categoría no humana. Muchos más ejemplos se podrían mencionar con la colonización española o con las luchas en Estados Unidos a partir de la guerra de la Secesión. Aún en la actualidad persisten problemas de este tipo dentro de comunidades de "iguales".
Sin embargo en la historia hubieron algunos estudios que intentaron rebatir esta tendencia como los realizados por H. Arendt sobre los apátridas, caracterizados como personas superfluas que estaban de más en todos lados, y que luego fueron tomados como documentos por los jueces de la Suprema Corte como fuente de inspiración para la declaración de la ciudadanía como derecho básico.
Cabría preguntarse ¿cómo es posible que en la sociedad occidental y cristiana, todos hijos de Dios, heredera de las ideas de la Revolución Francesa (igualdad, fraternidad y libertad) pueda a pesar de los siglos seguir sosteniendo prejuicios respecto de las minorías étnicas? O, en todo caso, ¿Qué hacer desde la escuela para soslayar este obstáculo?
Analizar, reflexionar, expresar opiniones son algunas de las actividades que pueden involucrar al alumno en esta tarea de valorar lo diferente. ¿Por qué no reflexionar en el aula a partir de los diarios de la semana acerca de los pequeños grupos que están representados? ¿Por qué no pensar las diferencias desde los gustos musicales o deportivos? ¿Por qué no recurrir a un abuelo o al archivo periodístico y buscar qué sucedía cincuenta años atrás frente a un determinado problema?
Tolerancia y solidaridad Según el sociólogo polaco Zygmunt Bauman el problema del multiculturalismo puede entenderse de dos maneras: como tolerancia o solidaridad. Si lo miramos desde el primer significado se aceptaría la vida del otro, aunque se lo seguiría considerando inferior. En cambio visto desde la solidaridad, se alude a la voluntad de aprender, discutir y criticar. Sólo a través de ella, dice el autor de "Modernidad líquida" es posible el respeto por la humanidad compartida y el reconocimiento de singularidades que hace de cada cual quién es.
Educarse para la convivencia mundial sólo será posible si se comprende que en la complejidad cultural reside el recurso mediante el cual el género humano se afirma como tal. El rol del docente y de los medios de comunicación está en el reconocimiento de la diversidad y el pluralismo: bases para el disenso en una sociedad que se precie de democrática.
Carina Cabo de Donnet
Cientista de la educación
Profesora en filosofía
[email protected] enviar nota por e-mail | | |