| domingo, 06 de marzo de 2005 | Emigrantes. Barcelona es una de las ciudades del mundo que más argentinos alberga Cataluña, un destino casi excluyente de los que se radican en el exterior Se calcula que más de 60 mil argentinos viven en las localidades catalanas. Una comunidad que se hace sentir Fernando Gabrich / La Capital "Che, dame un mate". "Sos loco vos". "Me fue rebien". "Aguante el Barsa". "Veníte a comer un matambrito a la parrilla". Las palabras suenan. Retumban. Se hacen oír. Como si la geografía fuera la misma. Como si el azul cálido del Mediterráneo se transformara en el frío y convulsionado Atlántico. Como si la nieve de los Pirineos se convirtiera en la blanca Cordillera de los Andes. Cualquier sitio de esta Cataluña auténtica y profunda es un lugar propicio para encontrar vestigios de la pampa húmeda. Para mestizarse de su lenguaje. Para aprender de su cultura. Para comer un pan amb tomaquet con un chorizo criollo. La razón es sencilla: más 60 mil argentinos se han radicado en distintas ciudades de Cataluña.
Los datos no mienten: 34.908 argentinos están empadronados en Cataluña. Todo un récord si se tiene en cuenta los 21.000 que están inscriptos en la comunidad de Madrid.
No obstante, el número total de ciudadanos procedente de la tierra del mate y el asado es muy superior a los que figuran en el padrón ya que se debe tener en cuenta a los que están radicados como ciudadanos europeos al poseer la ciudadanía italiana o española. En definitiva, la cifra es mucho mayor: entre 60.000 y 80.000 personas, según cálculos del consulado de Barcelona.
La ciudad de Barcelona se ha convertido, a partir de la gran inmigración que comenzó a llegar en 2001, en uno de los sitios más elegidos por los argentinos junto a Miami. En 2001 había 2.504 empadronados, en la actualidad hay 12.439. Pero la cifra que llama la atención es la que tiene que ver con el empadronamiento de los ciudadanos italianos. Las largas colas que se hacían en los consulados italianos de Rosario, Buenos Aires o La Plata para sacar los pasaportes comunitarios se vieron reflejadas en los crecientes números de los empadronamientos en la ciudad de los prodigios: de los 3.142 empadronados en 2001 se ha pasado a los 11.678 en la actualidad. Y hay más, ya que en todo Cataluña los italianos pasan los 23.500 habitantes mientras que en 2002 había 11.700. Menos de la mitad.
Las razones Los argentinos exceden Barcelona. La superan y van más allá. Los hay por toda Cataluña. Están en Casteldefels, en Vilanova, en Gavá, a orillas del Mediterráneo. Pero también habitan en Queralbs o en el Valle de Nuria en pleno centro de esquí sobre las laderas pirineícas. Están los que trabajan por su cuenta y ya han montado su propio negocio. Los que abrieron su propia parrilla argentina. Están los médicos que reciben elogios, los diseñadores, los que trabajan como dependientes, como mozos, los que enseñan a esquiar, los guardavidas, los arquitectos, los estudiantes. Están en todos lados.
La comunidad argentina se hace fuerte en Cataluña. Una muestra clara fue el partido que a finales de enero jugó la selección albiceleste con la local en el Camp Nou. Esa noche se calcula que hubo unos 15 mil argentinos apoyando al equipo de fútbol de José Néstor Pekerman. Y quien estuvo en el estadio puede dar fe de que las cifras no son exageradas.
¿Por qué Cataluña? La pregunta no es difícil de responder por los argentinos que eligieron esta comunidad al momento de plantear su futuro lejos de su tierra. La respuesta es simple: El constante crecimiento económico, el dinamismo cultural e intelectual de toda la región y sobre todo lo que respecta a Barcelona, una de las ciudades más cosmopolitas del mundo que se proyecta día a día como un símbolo de la integración y el desarrollo sostenible, y la calidad de vida de una zona lindante con el cálido y confortable mediterráneo y el oxigenante latir de los Pirineos hacen que los argentinos se vuelquen por estos lados.
Cataluña seduce y atrae. Da posibilidades de crecimiento tanto para el profesional como para el obrero. Para el que viene a ejercer su profesión como para el que llegó a ganarse el pan de cada día.
Como en casa Esto no significa que la situación sea sencilla y que la comunidad catalana se asemeje al paraíso albiceleste. La realidad es que muchos argentinos arribaron. Algunos pegaron la vuelta. Y muchos se quedaron.
"Es imposible no encontrarte con argentinos. Adonde vayas, siempre habrá uno, o dos, o tres. Creo que Cataluña tiene todo: ciudades muy bonitas, Barcelona que es genial, el Mediterráneo que es algo indescriptible y los Pirineos con su belleza y su nieve en invierno, que más se puede pedir. Por eso muchos se vienen para esta zona". La frase pertenece a Diego Candiltaro, un rosarino que llegó a Cataluña en marzo de 2002 y se instaló en Gavá, junto a su esposa Mariana, donde trabaja como contable en una empresa dedicada al diseño de ropa.
Cataluña, con Barcelona como epicentro, se convirtió en uno de los sitios más elegidos por la legión argentina que decidió saltar el charco. Las cifras lo demuestran. La realidad lo corrobora. Carnicerías que venden cortes argentinos, panaderías que ofrecen alfajores de maizena, santafesinos o cordobeses, supermercados que incluyen en sus góndolas a la yerba mate y al dulce de leche, restauranes donde la sugerencia del chef es el matambre a la pizza con fritas, vinerías prestigiosas que ofertan malbec mendocinos, escuelas de tango y el acento que retumba por los rincones mientras su eco se entrecruza con el catalán que mira con simpatía y sonríe por ese argentino inmigrante que aporta su cultura para adaptarse a una nueva forma de vida. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Vista de Sitges, uno de los puntos que concentran a la comunidad argentina radicada en España. | | |