 | viernes, 04 de marzo de 2005 | Un nuevo testigo debilitó la coartada de Rossi Un alférez de Gendarmería ratificó lo actuado por la fuerza. En Tribunales intuyen que el taxista mintió ante el juez El radiograma interno de Gendarmería Nacional donde se detalla el incidente armado que protagonizó en noviembre pasado el subsecretario de Seguridad Pública de la provincia, Alejandro Rossi, con el taxista Sergio Daniel Amaya, fue refrendado ayer por otro hombre de esa fuerza. El escrito fue avalado ante el juez del caso por un alférez que en el momento del hecho se presentó en el lugar a pedido del gendarme que intervino para desarmar a Rossi. Así, la existencia del delito denunciado por La Capital hace diez días fue respaldada por tres vías: el informe de Gendarmería, el relato del gendarme y el del superior inmediato de éste, que declaró ayer ante el juez de Instrucción Carlos Carbone.
El alférez que declaró en los Tribunales locales, cuyo nombre no fue dado a conocer, confirmó el procedimiento efectuado por Gendarmería en la cabecera del puente Rosario-Victoria el 7 de noviembre pasado. Allí Rossi chocó a un taxi de Granadero Baigorria, bajó ofuscado de su camioneta 4x4 empuñando una pistola calibre 40 y, como mínimo, intimidó al taxista. El incidente fue visto desde su puesto de vigía por el gendarme Iván Darío Méndez, quien al ver a un sujeto armado le ordenó que arrojara al suelo el revólver. Rossi, tras ello, llamó por teléfono a la plana mayor de la policía rosarina y resultó favorecido en las actas policiales mediante lo que se presume fue una cadena de encubrimiento. Quien quedó imputado en las actuaciones fue el taxista, que acabó acusado de conducción peligrosa en un juzgado de Faltas. Pero nada dicen los sumarios policiales del incidente con el arma.
Lo contrario reflejan las constancias de Gendarmería, donde sí quedó asentado que Rossi manipuló un arma en forma intimidatoria. Ya el gendarme Iván Darío Méndez había referido la existencia de amenaza en su declaración ante el juez. Ayer le tocó hablar de ese episodio a su superior inmediato, un alférez que es mencionado en el radiograma interno de la fuerza al cual se volcó lo ocurrido. El hombre de Gendarmería dijo que el 7 de noviembre llegó a Rondeau y Circunvalación a pedido de Méndez, una vez que éste controló la situación y cuando ya Rossi había arrojado el arma al suelo.
Con ese testimonio, termina de configurarse la cadena delictiva que comenzó en el lugar y terminó con el encubrimiento policial del episodio.
Puja de versiones Así, hasta el momento se condensa en el expediente una puja entre versiones encontradas. El testimonio de Rossi (que fue reconociendo en cuentagotas el suceso hasta admitir que bajó armado pero no le apuntó al chofer), y la "impecable" declaración del gendarme, actor clave en el hecho, respaldada por constancias oficiales.
De este modo, según analizan fuentes del caso en Tribunales, si se descartara la existencia de delito y no recayera acusación alguna sobre Rossi, se estaría tachando de sospecha la prolija exposición del gendarme.
Por otro lado, la coartada del funcionario se asienta en que el chofer embestido no reconoció en su declaración judicial (aunque sí lo hizo cuando habló con este diario) haber sido apuntado por Rossi. "Sin víctima no hay delito", resumió su abogado, Daniel Erbetta.
Pero ese supuesto no contempla que una persona puede ser víctima de un delito y aún así negarlo. "Si se acusa al taxista de falso testimonio, porque se considera que no sólo fue amenazado con un arma sino también después de ello para ganar su silencio, hay víctima y hay delitos", observó una fuente judicial. En caso de que Rossi fuera procesado, casi se descuenta en Tribunales que sobre el taxista recaería una imputación por falso testimonio. Es que si el juez estimara que hubo delito, pero no tacha de incierta la negativa de la víctima, estaría dando pie a una contradicción. enviar nota por e-mail | | |