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 domingo, 27 de febrero de 2005  
Inquilinos en apuros. Cada vez se ofrecen menos propiedades, sobre todo departamentos, y los precios siguen subiendo
Hoy las propiedades para alquilar no llegan ni a la mitad de hace dos años
Se debe al aumento sostenido de la demanda. Creen que al salir al mercado los edificios en obra se tocará un "techo"

Silvina Dezorzi / La Capital

Los avisos clasificados no dejan dudas: durante la semana, la oferta de departamentos o casas en alquiler a duras penas pasa de unas 40 propiedades. El domingo se ofrecen más, pero aun así no llegan ni a la mitad de hace dos años. Y ese no es el único problema que enfrentan los potenciales inquilinos porque, además, los precios están al doble. ¿A qué se debe esa caída de la oferta inmobiliaria? ¿Sólo a un aumento de demanda? ¿Y cuál será el techo, si lo hay, para la escalada del valor del alquiler? Según los especialistas, cuando entren al mercado los 250 edificios que están en obra en la ciudad -la mayoría ya vendidos a inversores, lo que indica que buena parte se pondrá en alquiler- podría crecer sustancialmente la oferta y así frenar el aumento de los precios.

Si se compara la cantidad de departamentos y casas ofrecidos para alquilar hace exactamente dos años con los que aparecen hoy en las páginas de La Capital salta a la vista la diferencia. Sólo para poner un ejemplo: el 2 de marzo de 2003 se publicaron 114 avisos para un monoambiente, cuando el domingo pasado aparecieron sólo 22. Y mientras los departamentos de un dormitorio ofrecidos sumaban hace dos años 357, ahora fueron apenas 81, varias veces menos. En términos globales (contando todos los rubros de alquiler), las propiedades disponibles llegan hoy a menos de la mitad.

En obvia relación con ese déficit de oferta, se ve que los precios subieron al doble. En marzo de 2003, un departamento de pasillo estándar salía 240 pesos (iban de 140 a 300) y uno horizontal de dos dormitorios entre 220 y 280. Hoy, en cambio, el de pasillo cuesta unos 450 pesos promedio y de 500 a 600 uno de dos dormitorios.

Víctor Paillole es titular de una inmobiliaria local con larga experiencia y da su visión del fenómeno. Básicamente, atribuye la caída en la oferta de alquileres a un gran aumento de la demanda y ésta, a su vez, a la reactivación general de la economía. "Lo que vemos es que mucha gente que hace unos años rescindía para irse a vivir con los padres o los suegros ahora puede volver a alquilar", señala.

Para ejemplificar la diferencia, Paillole destaca que hoy las inmobiliarias piden inmuebles para poner en alquiler, cuando hace tres años su propia firma supo tener hasta 110 propiedades desocupadas. "Se llegó a alquilar sólo por los gastos", recuerda.

También admite que la llegada de estudiantes de afuera copó mucha oferta, por ejemplo desde Entre Ríos: "El puente (a Victoria) cambió muchas cosas en Rosario". Pero, aun así, dice que el aumento en la demanda de propiedades para alquilar no se debe meramente, como se suele creer, al gran repunte del agro de los últimos años. "Los beneficiados por ese boom no salieron tanto a alquilar, sino a comprar departamentos".

Por supuesto que una cierta mejoría económica hizo además que muchas familias de pueblos cercanos, no necesariamente productoras agropecuarias, pudieran volver a mandar a sus hijos a estudiar a Rosario. Y eso suma su cuota a explicar por qué cayó la oferta de alquileres.

Paillole es consciente de que para una familia de trabajadores hoy es muy difícil alquilar porque los precios "se reacomodaron". Pero esa adecuación de valores ya llevó los precios más que al doble de hace dos años. "Es que llegaron a estar regalados", dice. Sin embargo, admite que históricamente se estimaba que un alquiler no debía superar el 25% de un sueldo. Sin embargo, si hoy una familia trabajadora con hijos alquila un departamento de dos dormitorios a 650 pesos (sin contar gastos centrales, impuestos y servicios) terminará superando ese porcentaje con creces.

Así y todo, el operador inmobiliario cree que la suba de precios en los alquileres hallará seguramente un techo dentro de unos meses, cuando salga al mercado la gran cantidad de propiedades (sólo el año pasado se sacaron en Rosario 3.256 permisos de edificación) que muchos inversores ya compraron. "Obviamente, esa gran oferta va a incidir", afirma.


Juegos del mercado
Aunque aclara que se trata de un mercado libre, el titular de la Cámara de Inmobiliarias de Rosario, Alejandro Juri, coincide con ese pronóstico. "Supongamos que de los 250 edificios que hoy se construyen, 100 vayan para alquiler. A razón de 20 departamentos cada uno, habrá unas 2.000 unidades más en el mercado y eso se hará sentir", afirma.

Sin embargo, también recuerda que la renta actual sigue siendo menor que la histórica, del 1 por ciento sobre el valor de la propiedad: si un departamento de un dormitorio a estrenar sale 25 mil dólares, para que se cumpliera esa renta debería alquilarse a 250 dólares, unos 750 pesos.

Juri traza un historial de los últimos años. Antes de la debacle, en el 2001, "había una muy buena oferta de alquiler y una demanda mediana porque la gente aún accedía al crédito hipotecario", recuerda, algo que se cortó durante el 2002. "Ya ahí se rescinden contratos porque se pierde el empleo, o porque la gente se va a vivir con los padres, o porque no se puede mandar más a estudiar a los hijos a la ciudad", dice. En las inmobiliarias hasta bonifican meses para poder alquilar.

Durante los primeros meses posdevaluación los precios quedaron como estaban: si antes un departamento costaba 180 dólares (por el 1 a 1) siguió a 180 pesos. Como eso no era rentable para los dueños, muchos inmuebles se pusieron a la venta y salieron del mercado de alquiler, achicando la oferta.

En el 2003, con los primeros signos de reactivación económica, empezó lentamente a aumentar la demanda de departamentos para alquilar: volvieron algunos estudiantes del interior, parejas y familias pudieron abandonar la casa paterna. Además, sin crédito, los que tenían un peso pudieron alquilar, no comprar. Pero la oferta ya estaba limitada.

Desde entonces, explica Juri, la presión de la demanda fue in crescendo hasta volverse explosiva, sobre todo en el período que va de diciembre a marzo, y la disponibilidad muy acotada. Justamente, lo que por estos días ven los inquilinos, cada vez con mayor alarma.
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Los operadores dicen que la llegada de estudiantes, muchos de Entre Ríos, copó la oferta.

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