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 sábado, 26 de febrero de 2005  
Opinión: Es todo, todo, tan fugaz

Walter Vargas

A un par de meses de ser confirmado, designado, cuasi endiosado, Jorge Benítez empieza a vivir en carne propia lo más complejo y, en buena medida, ingrato, que representa ser director técnico de Boca en tiempos signados

por los esplendores bianchistas.

Semana enrarecida, ésta, con bastante run run mediático y extra mediático, por más que los protagonistas directos, y sus voceros, hayan deslizado que en la Ribera no hay de qué preocuparse, que en realidad se viven horas de armonía zen.

No hay malestares, ni siquiera malestar en singular, se alzaron una a una las voces destinadas a maquillar o, peor, negar lo evidente: que el calamitoso rendimiento contra San Lorenzo fue menos una tarde desafortunada que el crudo diagnóstico de pugnas intestinas.

De momento, lo único que cierra en Boca son las cuentas de tesorería (por lo menos así parece), pero todo lo demás, lo que atañe al plantel, al equipo, al vínculo de Benítez con los jugadores, e incluso con el propio Mauricio Macri, invita a ser leído en los términos del pronóstico reservado.

Hasta podría prescindirse de la fundada hipótesis que observa la ya cristalizada tirantez entre Benítez y el PF Alfredo Altieri, y que señala asimismo que el Profe

ha entrado en desgracia con el

Chino, que no ve la hora de desplazarlo.

Pero si de hipótesis hablamos, varias de ellas las acaban de ofrecer el mismo Benítez, Macri y un par de jugadores de la "línea histórica", y todo sin necesidad de formular grandes revelaciones: apenas por hacer, o por decir lo primordial.

Por ejemplo: ¿no es sugestivo que el DT explique la masiva presencia de veteranos en el Nuevo Gasómetro

con el argumento de que después

del partido de Cuenca los vio "bien",

"predispuestos", y que le pidieron jugar?

¿No es un inequívoco caso de "a confesión de parte, relevo de pruebas?".

¿No es, por cierto, la pata faltante de la mesa que algunos de los experimentados habían empezado a construir poniendo en duda la fecundidad de la ahora reflotada "rotación"?

Después, ¿por qué razón Benítez le pediría tranquilidad, como hizo el martes, a un plantel que supuestamente estaba inmunizado contra

los nervios? (Curiosa redundancia

la de tranquilizar a los tranquilos).

Y más: ¿es una simple casualidad que Macri haya cenado con ocho jugadores que hace un rato largo dejaron atrás la pubertad?

Dijo, el ingeniero, que fue una comida de "camaradería", y cómo no, a lo mejor, qué lindo es que la gente se quiera, pero... ¿la camaradería no habría resultado más redonda mezclando a tiros con troyanos?

¿No abona, el ingeniero, de esa manera, los rumores maledicentes

que hablan de los grandes por

un lado y los chicos por otro lado?

En fin, por lo pronto hay que ser muy ingenuo (sólo para decirlo de un modo elegante) para aceptar la existencia de paraísos allí donde no hay esbozos de tales, y para omitir que ya no se puede pensar en Benítez como en un entrenador fuerte, cuando al cabo de tres partidos oficiales tiene que ser respaldado públicamente por el presidente del club y por dos de sus dirigidos, Cristian

Traverso y Andrés Guglielminpietro.

Un último interrogante, que según se aprecie podría ser el primero, y por qué no, el primordial: ¿es el Chino el hombre de férreas convicciones que se insinuó,

que pareció, que dicen que dicen que es?
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