| domingo, 20 de febrero de 2005 | Quino, 50 años El arte de un creador genial El Centro Cultural Parque de España ofrece originales, publicaciones, afiches y videos del creador de Mafalda. Una muestra imperdible Osvaldo Aguirre / La Capital La página apareció el 9 de noviembre de 1954, con el título "La naturaleza y la calle", en el semanario Esto es, y ofrecía una serie de chistes gráficos. El autor era presentado con cierta pompa: "Con Quino, humorista de 22 años, recién llegado de Mendoza, revélase un nuevo dibujante argentino (...) Su nombre real es Joaquín Lavado y éstos son los primeros chistes que presenta, formalmente, a la consideración del público de su patria. El lector juzgará". El fallo no tardó en producirse: desde entonces distintas generaciones de lectores han consagrado a Quino como uno de los grandes humoristas argentinos.
"Quino, 50 años", la muestra homenaje al humorista que se expone en el Centro Cultural Parque de España, permite seguir la trayectoria de un dibujante que participó en las grandes revistas que definieron el humor gráfico argentino -Rico Tipo y Tía Vicenta, entre otras- y en los semanarios que renovaron la forma de hacer periodismo -Primera Plana, Panorama, Siete Días- y que creó, con Mafalda, un personaje que simbolizó las preocupaciones y los cambios de la década del sesenta y se proyectó, a través de sucesivas reediciones, hasta el presente.
"Viendo mi exposición me sorprendió ver cosas que parecen dibujadas ayer", dice Quino. Esa coincidencia se explica sobre todo por los temas: la proliferación de las armas y el inestable equilibrio mundial, por ejemplo, fueron motivos de páginas de Rico Tipo y Vea y Lea.
No obstante, a través del recorrido que propone la muestra también se puede ver cuánto cambió la mirada del dibujante. Uno de los dibujos publicados en aquella primera página de la revista Esto Es reelabora el tema del náufrago en la isla desierta, un motivo universal del humor. Allí Quino presentaba a un hombre tan delgado que se mimetizaba con una palmera. Cincuenta años después, cuando vuelve sobre el tema, el cambio del punto de vista es notable: en este caso un náufrago pregunta a unos soldados armados y de aspecto amenazante si la civilización todavía existe, ya que quiere regresar a ella; los soldados responden que ellos, precisamente, representan a la civilización; el náufrago concluye que es mejor quedarse en la isla. Provocar la risa y a la vez una reflexión instantánea es uno de los secretos del arte de Quino.
Cronista de su época Nacido en Mendoza en 1932, Quino vendió su primera historieta en 1950. "Recuerdo -ha dicho- que era para una tienda de sedería y que se llamaba Sedalina, pero prefiero no tratar de pensar cómo era esa publicidad, porque seguramente me avergonzaría".
La década del cincuenta marcó una edad de oro en la historia de la historieta y el humor en la Argentina. Publicaciones como Patoruzú y Rico Tipo, en el humor, y Hora Cero y Frontera, en historieta, sobre el final de la década, alcanzaron tiradas que después se hicieron imposibles de igualar. En 1954, cuando se radicó en Buenos Aires, Quino encontró un ambiente propicio. Al año siguiente comenzó a publicar en Avivato, una revista que tomó su nombre de un célebre personaje de Lino Palacio y realizó los primeros esbozos de humor político.
"La muestra ofrece un recorrido histórico por los trabajos de Quino. En los primeros se observa una línea simple, pero enseguida evoluciona", dice Julieta Colombo Marrón, curadora de la exposición y sobrina de Quino. En las tapas a color que dibujó para Rico Tipo "se puede ver un dibujo más semejante al actual". En la revista que dirigía Divito y donde colaboraban otros grandes humoristas como Calé y Oski (Oscar Conti), Quino hacía páginas sobre temas diversos; en una de las que expone la retrospectiva se puede ver una prefiguración de Mafalda.
Un lector actual seguramente quedará sorprendido por la diversidad de temas que ha abordado Quino en su dilatada trayectoria. El deporte (en la revista Sport Ilustrado), la televisión (en TV Guía) y la ilustración sobre temas de actualidad (en Vea y Lea, Panorama), por caso, significaron también aspectos relevantes en su producción.
El rastreo de los primeros originales se hizo difícil, explica la curadora, "porque en aquella época se los quedaban los editores". Para resolver ese problema, y a falta de la fotocopiadora moderna, "a Oski se le ocurrió calcar los originales", método que también adoptó Quino.
En ese sentido se destaca el número en que Mafalda apareció en la tapa de la revista Siete Días, echando un aerosol de la paz al globo terráqueo. La muestra expone el desarrollo gráfico de esa portada, a través de los sucesivos bocetos.
"Buscamos que la muestra contara la historia de Quino, la del país y la del mundo", dice Julieta Colombo. En cuanto a la biografía del dibujante, por caso, un número de la revista 4 Patas, de 1960, alude a un episodio importante: su casamiento con Alicia Colombo. Por eso presentaba una antología de los dibujos de soltero y planteaba una pregunta: "¿serán distintos los dibujos de casado?".
La historia del país se resume con frecuencia en una página de humor. O en la tapa de una revista, como aquella de Tía Vicenta donde Landrú dibujó a Juan Carlos Onganía como una morsa. El chiste no le hizo gracia al dictador, que clausuró la publicación, en 1966.
Quino también hizo humor sobre circunstancias puntuales. En la muestra puede verse una broma sobre Arturo Frondizi, o una transparente representación sobre un inminente golpe militar, que permaneció inédita. La llegada del hombre a la Luna quedó asimismo registrada en su dibujo.
Las modas y la psicodelia de los años 60 se reflejaron en sus colaboraciones para Atlántida y Telecómicos, entre otros medios. Hubo chistes de Quino que por razones misteriosas se transformaron en símbolos de ciertas coyunturas. La transición a la democracia y la expectativa por el regreso de los exiliados, después de la dictadura militar abierta en 1976, quedó condensada por una secuencia de dos cuadros: en el primero, una señora le pide a la mucama que ordene una habitación en una de cuyas paredes cuelga una reproducción del "Guernica"; en el segundo, observamos que la mucama ha creado un orden impecable, incluso en el cuadro de Pablo Picasso.
Pero más allá de episodios puntuales se extiende una serie de temas que permanecen planteados más allá de la época en que son abordados. La guerra y la paz, los países del primer y del tercer mundo, por un lado, la familia, el poder, la escuela, por el otro. Un conjunto de preocupaciones, que converge en Mafalda, la gran creación de Quino.
Los años de Mafalda La historia dice que una agencia de publicidad le pidió a Quino una historieta "que fuera una mezcla de Blondie y Peanuts" para publicitar una línea de electrodomésticos Mansfield. El nombre de alguno de los personajes debían comenzar con la letra m. Y de allí salió Mafalda.
La publicidad fue otro sesgo importante en la producción de Quino. La muestra expone los carteles e historietas que dibujó para camisas Manhattan, Ford, Sylvapen, ginebra Bols, Gillette, alfombras Atlántida y un banco japonés, entre otros trabajos. Pero aquella campaña con los electrodomésticos no llegó a realizarse.
Quino comenzó a publicar las tiras que había hecho con Mafalda en 1964, en la revista Gregorio. El personaje pasó después a Primera Plana, donde debutó el 29 de septiembre de ese mismo año e incorporó a Felipe y Susanita, dos de sus personajes decisivos. Al año siguiente pasó al diario El Mundo y a partir de 1968 al semanario Siete Días, donde nació Guille, el hermano de Mafalda. La última tira de la serie -que se expone en la muestra- apareció el 25 de junio de 1973.
Mafalda se tradujo a doce idiomas y vendió más de doce millones de ejemplares. El sesgo contestatario de algunas tiras indujo lecturas equívocas. "Hay gente que dice que soy marxista -dijo Quino a Osvaldo Soriano, en un reportaje publicado por el diario La Opinión-, pero jamás leí a Marx, me da vergüenza decirlo pero es así. Y no creo en nada".
Mafalda fue un ícono de su época. "Aunque entró en los setenta y caminó un poco por ellos, Mafalda es un típico producto de la década del sesenta -dice Juan Sasturain, en un ensayo sobre el personaje-. Como Tato Bores, como Tía Vicenta, la nena de Quino recorta sus temas y su audiencia contra el telón de fondo de la Argentina que va de Frondizi al Cordobazo".
Si bien Quino no volvió a dibujar Mafalda, los personajes infantiles, y en particular la mirada desestabilizadora que introducen los chicos, son recurrentes en sus trabajos. Uno de los trabajos publicados por el diario Clarín, donde Quino comenzó a colaborar en 1980, muestra por ejemplo un diálogo entre un niño y su abuelo, quien le muestra su biblioteca. Con orgullo, el abuelo cuenta que ha leído todos sus libros y estudió a fondo a numerosos pueblos. "Y nosotros abuelo -pregunta el chico-, ¿quiénes somos nosotros?". Una pregunta tan inesperada como demoledora.
Quino tiene una curiosa conciencia de la particularidad de sus creaciones. En una tira, se dibujó a sí mismo, interrogado por un agente de la "policía humorística" : "la muerte, la vejez, la injusticia social, el autoritarismo, ¿estos son temas humorísticos, según usted?" Miguel Rep propone otra definición en el catálogo de la muestra: "Quino es algo serio -dice -, un generador de momentos inolvidables, como pocos lo logran. Todos tenemos por lo menos un chiste de Quino soldado en el placer de los recuerdos".
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