| domingo, 20 de febrero de 2005 | Lo mejor se vio al final Rosario cayó ante Córdoba 36 a 31 pero dejó indicios La jornada sirvió de banco de pruebas. Solamente por eso puede decirse que fue positiva, después de todo de los errores también se aprende. En el marcador Rosario cayó ante Córdoba 36 a 31 en un partido que se dividió de común acuerdo en tres tiempos de 25 minutos cada uno.
Tanto en el primer tiempo como en el segundo pudo verse en Rosario a un equipo desconcertado, errático y muy carente de ideas, mientras que en la otra vereda los Doguitos mostraban los dientes con un juego atildado, seguro y tremendamente efectivo. Pareció como si los roles se hubieran cambiado. Porque fue Córdoba quien llevó la propuesta moviendo la pelota de un costado a otro de la cancha, abriendo los espacios y atacando desde donde podía.
Rosario, en tanto, no despertaba. Los cambios no afectaban para nada en el rendimiento y su accionar siguió sin rumbo. Prefirió jugar al contacto en vez de usar la cabeza. Casi sin control de pelota y marcando mal pagó en su ingoal esa forma de encarar el cotejo.
Pero en el tercer período apareció el equipo que todos querían ver. Se amigó con la pelota, la cuidó y empezó a generar situaciones que complicaron al duro equipo cordobés. Presionó y fue más preciso. Ignacio Martínez abrió la cuenta con un try cuando el reloj marcaba solamente 44 segundos, pero Rosario no se conformó con eso. Siguió buscando y elaborando muy buenas combinaciones que arrancaron más de un aplauso en la tribuna cordobesa.
Con una imagen distinta a los tiempos que le precedieron el equipo conducido por Raúl Pérez y Luis Rivas terminó avasallando a su adversario (le anotó 4 tries y no recibió puntos en contra), con la frente alta, como si hubiese recuperado la memoria de su histórico juego. Y eso es bueno, porque después de todo la imagen que siempre queda es la última. enviar nota por e-mail | | |