| domingo, 20 de febrero de 2005 | Contacto físico: Límites saludables La niñez no es una caparazón capaz de aislar al pequeño del flujo de sentimientos y afectos que le despierta las personas que conoce o que ve. Precisamente, la cercanía de los cuerpos en el ámbito de la familia y de los juegos entre compañeros es un constante intercambio de afectos: qué hacer con ellos, qué produce placer y qué no, qué es lo permitido y qué es lo que no resulta importante en la formación de la identidad.
Los progenitores son figuras cruciales en ese proceso, y esa responsabilidad genera dudas: "A veces los padres no se reconocen ellos mismos como seres independientes en su niñez, y esto se puede notar en cosas pequeñas", explica Susana Toporosi, psicóloga especialista en niños y adolescentes y coordinadora del área en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Cuando una madre, por ejemplo, no reconoce que su hijo pequeño manifiesta tener calor y lo obliga a abrigarse según la temperatura que ella misma siente, lo que falta es "el reconocimiento de que el hijo es un sujeto diferente que tiene sus propias sensaciones, y como este caso hay infinidad de formas de avasallamiento del otro, sin tenerlo en cuenta", describe.
Aprender a reconocerse Desde muy temprano es importante la forma en que la madre piensa a su hijo: "Si le habla como a una persona que entiende y que piensa aunque todavía no piense por cuenta propia, lo va colocando en un lugar muy diferente al que le daría si considera que el bebé es nada más que una boca a la que hay que darle de comer o una cola a la que hay que cambiarle los pañales", señala la especialista.
Al amamantar la madre no solamente está alimentando a su bebé sino que además le está generando una situación de placer. Eso y las caricias van haciendo que el nuevo ser "entienda" que tiene un cuerpo que gusta de ser tocado de determinada manera, y dónde comienza y dónde termina su cuerpo, es decir, sus límites. La función de padre, aclara la licenciada, no siempre es cumplida por el papá biológico o el papá de carne y hueso: una maestra de jardín de infantes que se queda consolando a un alumno que llora porque su madre lo deja, por ejemplo, estaría cumpliendo esa función.
También es importante estimular al pequeño para que conserve su privacidad en el momento de bañarse cuando ya es capaz de hacerlo solo, que pueda tocarse e ir reconociendo su propio cuerpo sin la presencia de ninguno de sus padres ni de terceros. La tarea de los papás debería ser poner límites entre los movimientos "permitidos". Dos o tres generaciones atrás existían grandes prohibiciones en el contacto corporal entre padres e hijos. De acuerdo a estas diferencias , la especialista señala algunas de las dudas más frecuentes, y los criterios que deben tenerse en cuenta.
Conviene que desde la primera infancia cuando los padres retoman la actividad sexual después del parto, el chico pueda estar en un ambiente separado, o bien por un biombo o una cortina si es que hay crisis de espacio. También es importante permitirle al niño cuando aprende a comer solo que pueda manipular la comida, jugar con ella y hasta ensuciarse, y que en algún momento se le diga "basta".
"Los no de los padres también son fundamentales en la constitución de la identidad", explica Toporosi. Muchos padres que tuvieron una educación muy represiva, señala, a veces tienen dificultades para ejercer esa función "pero la represión también es necesaria para que se constituya el aparato psíquico". No es grave que un hijo o hija vea a su padre o a su madre desnudos accidental u ocasionalmente siempre que la situación no sea forzada. Sin embargo no se aconseja que duerman con ellos: "La cama de los padres es un lugar altamente excitante para un niño a cualquier edad porque no puede procesar todo lo que se le despierta", comenta la especialista. Hay padres que dicen no poder evitarlo, y muchas veces eso es síntoma de un problema de pareja.
Los juegos normales entre niños y niñas de la misma edad que impliquen verse el cuerpo o tocarse, no son los que puedan generar una situación traumática: sí, las amenazas o castigos por ese tipo de juegos. Un juego ya no es saludable (se trate de un menor con un mayor o de un menor con otro) cuando no existe una relación de sometimiento de parte de uno hacia otro. Es saludable que el niño esté siempre de acuerdo con el juego o la actividad en la que participa.
Respecto de los besos en la boca y cierto tipo de caricias que puedan resultar erotizantes, lo conveniente es que queden reservadas a las relaciones entre pares. Un niño no puede comprender ni captar el sentido de las actitudes de agresividad que implican las relaciones sexuales entre los adultos. Por eso es fundamental que los padres puedan resguardar su espacio de intimidad.
Desde pequeños los deportes además de motivar un instinto de superación individual o con espíritu de grupo, son una buena forma de poner reglas de juego claras al contacto físico entre pares y a nuestra natural cuota de agresividad: "Aprender a poner límites a esa agresividad de acuerdo con el propio deseo es muy diferente de limitarse según el deseo o el capricho de otro", aclara la experta que concluye comentando que el peor riesgo es pensar que "todo contacto corporal es peligroso", o que el contacto físico es necesariamente algo "malo".
Marcelo Rodríguez enviar nota por e-mail | | Fotos | | |