| domingo, 20 de febrero de 2005 | Un pájaro negro que lanzó a Hammett a la fama El Halcón Maltés le dio vuelo a la novela policial y puso a Hammett en el universo imborrable de los clásicos Bruce Desilva Para los amantes de las novelas policiales sórdidas -que los franceses llaman noir-, el género comenzó con el pájaro negro. Hace 75 años, en febrero de 1930, "El Halcón Maltés" apareció en tapa dura, escasas semanas después de ser publicada en la famosa revista "Black Mask" en forma de folletín en cinco entregas.
Para los lectores actuales, la obra maestra de Dashiell Hammett puede ser considerada algo anticuada. Sus personajes son ya estereotipos: el cínico detective que parece trabajar a ambos lados de la ley; su valiente y leal secretaria, Effie Perrin, que se encarga de enrollarle los cigarrillos e insertárselos en la boca; el pistolero embozado en una gabardina con charreteras que habla torciendo la boca, y la mujer fatal siempre dispuesta a manipular a los hombres con la promesa del sexo.
Pero para los lectores de la década del 30, cada línea de "El Halcón Maltés" era un descubrimiento. Sam Spade, Effie, Wilmer y la fabulosa mujer fatal Brigid O'Shaugnessy tal vez parezcan personajes algo trillados en la actualidad. Pero Hammett, quien por cierto trabajó como detective de la agencia Pinkerton antes de que un acceso de tuberculosis y la necesidad de mantener a una esposa y varios hijos lo obligaran a probar fortuna en los pulps (narraciones sensacionalistas), fue el primer narrador que los transformó en seres tridimensionales.
"El Halcón Maltés" es una novela de asombrosa originalidad que prácticamente inventó el estilo noir.
Al principio las historias, sórdidas y mal escritas, aparecieron en revistas que se vendían a cinco centavos el ejemplar. Los hombres las compraban en quioscos, las leían en las barberías, y luego las escondían en sus sótanos para ocultarlas a la vista de sus esposas e hijos.
Fueron los pulps los que abrieron a Hammett y a Chandler (un ex ejecutivo de la industria del petróleo) la posibilidad de acceder a la literatura. Ambos, junto con una pléyade de brillantes autores, "sacaron el homicidio de los salones y se lo devolvieron a la gente que los cometía". Y gracias a la maestría del lenguaje y a la compleja psicología de sus personajes, transformaron el crimen despreciable en gran literatura.
Hammett llegó primero. "El Halcón Maltés" precedió en nueve años a "El Sueño Eterno", de Chandler. Fue desde el principio un éxito de ventas. Hasta ahora, según Random House, su casa editora, ha vendido 4,5 millones de ejemplares en Estados Unidos. El libro ha sido publicado en 31 países.
El relato de la lucha de Sam Spade con un trío de implacables delincuentes que intentan hallar una escultura, un halcón tachonado de joyas, sigue siendo una de las mejores muestras del policial duro, inclusive teniendo en cuenta los estándares de la actualidad. Los personajes son inolvidables, el lenguaje es sucinto, carente de todo sentimentalismo. El diálogo es breve, con relumbrantes toques de ironía. Y el suspenso se mantiene desde la primera hasta la última página.
El personaje de Sam Spade es el mayor logro de Hammett, aunque le pisa los talones Ned Beaumont, el pistolero de "La Llave de Cristal", un tuberculoso que fuma cigarros delgados "con la cubierta moteada de pintas verdes", y que es generosamente apaleado por su indeclinable lealtad a su jefe.
Tan duro como Humphrey Bogart Bromeando para arrostrar el peligro, con una confianza ciega en su capacidad de salir de todo apuro, Spade definió el estilo del detective privado estadounidense, desde el Philip Marlowe de Chandler al Spenser de Robert Parker. Y gracias a Humphrey Bogart, se convirtió en modelo a imitar por los actores de Hollywood que querían encarnar personajes duros. Hammett tuvo la suerte de que Bogart interpretara a Spade en la versión cinematográfica de 1941, y que su director fuese el legendario John Huston.
La influencia del libro y del filme en la cultura popular de Estados Unidos es incalculable. La época creativa de Hammett duró escasos años. Ya a mediados de la década del 30, su producción comenzó a escasear. Se agotó antes de comenzar la década del 40. Tal vez el alcohol puso fin a su tarea como novelista. Tal vez Hammett agotó sus ideas describiendo a los asesinos y a sus perseguidores. Lillian Hellman, su compañera de muchos años, nunca pudo entender la razón de por qué su talento se agotó. (AP) enviar nota por e-mail | | Fotos | | Humphrey Bogart fue Sam Spade. | | |