| sábado, 19 de febrero de 2005 | Rumores y desmentidas sobre el crimen del hincha de Newell's Distintas versiones hablan de un móvil pasional. La madre de Ferraro insiste en que el balazo no era para su hijo Eduardo Caniglia / La Capital A pesar de diferentes versiones que coincidían en que la muerte del hincha de Newell's asesinado anteayer en el banderazo obedecía a una supuesta venganza por motivos pasionales, los investigadores sostuvieron anoche que aún no manejaban ninguna hipótesis firme. Distintas fuentes consultadas ayer por este diario coincidían en que el muchacho de 21 años mantenía una relación amorosa con un preso, allegado a la barra leprosa, quien al salir habría cumplido con una promesa de matarlo. Sin embargo, la especie fue desmentida por la familia del joven y no fue confirmada por la policía.
Gonzalo Javier Ferraro brindó el jueves a la tarde en el Coloso del Parque su último aliento al equipo de sus amores cuando un certero balazo en el corazón terminó con su vida. El muchacho se mezclaba entre los hinchas leprosos desde hacía unos tres años cuando Newell's jugaba de local y en diciembre pasado había festejado en vivo el campeonato ñulista en el estadio de Independiente.
Ayer por la tarde, la madre de Gonzalo, Norma Narváez, desmintió la versión de la venganza e insistió con que la bala no estaba dirigida a su hijo. "El no tenía ninguna vinculación con los barras. El había ido (a la cancha) con la novia. Un tipo se peleó con otro, sacó un arma y apuntó a otro, pero él recibió el balazo cuando estaba colgado del alambrado", aseguró la mujer en el velatorio del muchacho en el club Unión y Fuerza, situado a una cuadra de su casa de Berutti al 1900.
Gonzalo comenzó a pisar las tribunas del Coloso cuando ya había dejado atrás, según contó su madre, su pasado delictivo. Este había comenzado cuando el chico tenía 13 años y comenzó a robar pequeñas cosas. Pero también protagonizó un suceso resonante: el 30 de enero del 2001, cuanto tenía 16 años asaltó junto a otro joven a una pareja que estaba cenando en el restaurante Wembley. El gendarme José Galván, quien custodiaba el comercio, se acercó a los ladrones con una pistola 9 milímetros y la respuesta de los asaltantes no se hizo esperar: uno abrió fuego y el suboficial recibió un balazo fatal que le atravesó la cabeza.
Por este episodio, Gonzalo estuvo detenido un año y medio detenido en el Instituto de Recuperación del Adolescente, aunque su madre aseguró que su hijo no había gatillado el disparo que apagó la vida de Galván. Cuando recuperó la libertad, el joven cumplió con una de las condiciones exigidas por el juzgado de Menores interviniente: que se reinsertara en la sociedad con un trabajo. Entonces comenzó a recorrer el puerto como estibador y, según contó Norma, "nunca más" se vio envuelto en un episodio delictivo, excepto por un robo el que fue absuelto por la Justicia. Según su mamá, atrás habían quedado los arrebatos que lo habían hecho transitar los penales de las comisarías rosarinas ni bien dejó en séptimo grado la escuela Juana Elena Blanco.
Un nombre Aunque los investigadores policiales no lo confirmaron, Norma brindó el nombre de quien habría gatillado el balazo fatal. "Se llama Roberto y le dicen Tortuga o el Gordo. El tipo le tiró a otro pero le dio a mi hijo", afirmó. Sin embargo, los pesquisas no le dieron crédito a esta versión. "Hay muchos rumores, pero todavía no tenemos un móvil concreto acerca del crimen", dijo ayer el comisario Daniel Corbellini, jefe de la Brigada de Homicidios.
Ayer a la tarde, el muchacho le entregó su última ofrenda al equipo leproso: sus familiares envolvieron el ataúd con una bandera de Newell's para que pudiera entregarle el último banderazo. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Norma Narváez veló ayer a su hijo. | | |