| sábado, 19 de febrero de 2005 | La mayoría absoluta no trae paz a los shiítas Bagdad/El Cairo. - Con su mayoría absoluta en la nueva Asamblea Nacional, la Alianza Iraquí Unida podría ocupar en principio puestos en el gobierno y tomar decisiones. Pero esto es la teoría. La realidad es algo distinta, como demuestra la masacre de ayer en una mezquita shiíta en Bagdad.
Y es que, aunque el terrorista suicida aún no fue identificado, está claro que este baño de sangre corre por cuenta de fanáticos sunitas. Y para impedir que continúen, la mayoría shiíta parlamentaria debe atraer a su lado a los sunitas moderados, que quisieron en su mayor parte quedarse al margen de las elecciones.
El Consejo sunita de los sabios religiosos, el Partido Islámico de Mohsen Abdul Hamid y una parte de los líderes tribales sunitas están dispuestos a un "diálogo nacional" con la alianza de los shiítas. Los partidos shiítas deben aprovechar sea como sea esta oportunidad, urgió un líder político iraquí en el exilio en el diario Al Sharq Al Awsat.
Garantía constitucional El político más influyente de la alianza, Abdelaziz al Hakim, dio ayer un paso más cuidadoso en esta dirección. En una reunión con motivo de la festividad religiosa de Ashura, el presidente del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak (CSRII) dijo a sus seguidores: "La Constitución definitiva será una verdadera garantía para todos los ciudadanos, da igual a qué religión o confesión pertenezcan".
Pero también hay diferencias dentro de la alianza que ha conseguido 140 de los en total 275 mandatos. Karim al Bajari, un reputado jefe de clan del barrio bagdadí shiíta de Ciudad Al Sader, es optimista: "Estoy seguro de que el bloque de los shiítas votará casi unánimemente en toda decisión que sea en provecho de Irak".
Pero todavía no está claro si entre los partidos y personalidades que se han unido para formar la alianza existen acuerdos de coalición amplios y obligatorios y si para sus miembros existirá obligación de respetar la disciplina de partido en las votaciones.
Además no está claro cómo será la relación entre los shiítas y los partidos kurdos, que lograron asegurarse un cuarto de los mandatos y reclaman ahora el puesto de presidente.
Ya en la búsqueda entre sus filas del que será el primer ministro, en los últimos días quedaron claras las disputas internas contra las que tendrá que combatir la alianza shiíta. El favorito a ocupar el cargo, el jefe del partido islámico Dawa, Ibrahim al Yafari, pretende solucionar la cuestión mediante el diálogo. Su rival, el presidente del secular Congreso Nacional Iraquí, Ahmed Chalabi, exige por contra una votación secreta entre los diputados de la alianza.
En caso de que los shiítas no lleguen este fin de semana a un acuerdo sobre quién será el jefe de gobierno, podría ser que el gran ayatolá Ali al Sistani, cuya inclinación hacia la alianza ayudó enormemente a conseguir la victoria, tendrá que volver a salir a la luz y pronunciarse. Y entonces, según se dice en Nayaf, Al Yafari tendría las mayores posibilidades. (DPA) enviar nota por e-mail | | |