| miércoles, 26 de enero de 2005 | Trastorno del sueño en niños Cuando contar ovejas no alcanza Puede haber alteraciones del sueño del niño que tengan una raíz orgánica; de todas formas, los horarios de la comida y el sueño son parte de una adaptación y un aprendizaje con la responsabilidad de los padres, que cuentan para ello con la ayuda del pediatra. La principal inquietud de los padres, muchas veces desconcertados cuando nace un bebé por las vicisitudes que impone el nuevo niño, suele pasar por saber si lo que está pasando en esa alteración del ritmo que ellos perciben como "inusual", es en realidad normal o si, por el contrario, deben preocuparse. En un artículo publicado en el Boletín Neurológico, editado por la fundación Alfredo Thomson, dedicada a estudios de esta especialidad, la doctora Margarita Blanco, del equipo del Hospital Francés de Buenos Aires, sintetiza cuáles son los problemas que pueden aparecer, según los últimos estudios realizados en el mundo.
De acuerdo con lo que se sabe, hoy se recomienda que el día del recién nacido transcurra lo más calmo posible, respetándose sus horarios. "En los primeros días de vida la predominancia del sueño es absoluta y normal -remarca Blanco- y se deben evitar provocar situaciones de agitación o de ansiedad en el ambiente familiar".
Recién después del primer mes de vida comienza a instalarse una predominancia del sueño en las horas nocturnas, aunque con varias siestas diurnas. "Ninguno de esos episodios del dormir del bebé deben ser alterados". Después del tercero o cuarto mes está muchas más horas despierto por día, y comienza la tendencia a querer participar en las actividades de la familia. A través de la mirada y de los movimientos existe ya una mayor capacidad de comunicación, tanto con los padres como con el resto de las personas con las que tenga contacto.
Hasta entonces, "si se mantienen pautas de orden en la alimentación y los horarios de sueño, no deberían presentarse problemas en el transcurrir del sueño de los pequeños". Si hay problemas, es el momento en que los padres deben plantearse cuál es la relación que están proponiendo a la criatura. "Muchas veces es posible resolver esos problemas con cambios definidos y firmes en la conducta del papá y de la mamá", en pos de transmitir seguridad. "La experiencia muestra que la firmeza puede estar acompañada de ternura, y esa combinación genera tranquilidad en los niños llenos de temor e inseguridades".
Cuando el niño comienza a hablar, es decir, cuando la comunicación pasa de los simples actos al lenguaje, esa "tranquilidad" se podrá transmitir de otras maneras, como por ejemplo contando un cuento u ofreciéndoles explicaciones acerca de aquello que los inquieta.
Problemas del sueño Los especialistas consideran un grupo especial de enfermedades del sueño a las que llaman parasomnias, y que se presentan especialmente en los períodos de la niñez y de la adolescencia.
Entre las parasomnias se encuentran el sonambulismo, en el que el niño se levanta y camina dormido; el terror nocturno, en el que se despierta por la noche con un temor inexplicable; la somniloquia (hablar dormido), las pesadillas, y por último la parálisis del sueño, en que el niño se despierta sin poder moverse, y la alteración de la conducta durante el sueño (REM). Durante esta última, que ocurre durante el período de sueño más intenso, que es el de los movimientos rápidos del ojo (eso significa REM, por sus siglas en inglés), el niño se levanta dormido y tiende a actuar lo que está soñando.
Estas alteraciones del sueño, según se indica, son benignas, y están generadas por la actividad que la persona lleva en el día o por el exceso de responsabilidad en la vida cotidiana. "Pueden aparecer o desaparecer con relación a los cambios ocurridos en la vida escolar o familiar, y enfocados con médicos expertos, se resuelven casi siempre sin dificultad", aclaró la especialista.
No es muy frecuente que los médicos reciban consultas por somnolencia excesiva diurna, "en general, en la familia o en la escuela se desconoce este trastorno y sólo se ven sus consecuencias", advierte la doctora, como pueden ser bajo rendimiento escolar, problemas de conducta, pasividad excesiva, o caídas y accidentes sin que puedan explicar qué es lo que les pasó. En estos casos, generalmente se hacen tests de inteligencia o evaluaciones psicológicas, sin tener en cuenta que la raíz puede estar en la falta de sueño, cuyas causas pueden ser múltiples, entre ellas las parasomnias, un problema respiratorio o un desarreglo de los horarios.
El insomnio en los niños no se presenta de formas muy diferentes a las que lo hace en los adultos: dificultad para dormirse, despertar sin causa aparente, o al terminar la noche, temprano.
En los niños entre 5 y 12 años el insomnio es raro y puede deberse a muchas causas, pero en los adolescentes, asegura la doctora, el motivo es fundamentalmente afectivo en la mayoría de los casos.
En los más pequeños la causa puede ser una cena muy copiosa, o problemas de relación con los padres. Lo que se aconseja es priorizar los aspectos relacionados con la "higiene del sueño", o sea, habituarse a dormir de noche y mantenerse despierto de día, pese a que algunas costumbres estimulen lo contrario, a prestar atención a la cantidad de horas de sueño que necesita cada uno y "obviamente, no dar medicación si no es imprescindible". enviar nota por e-mail | | Fotos | | En los primeros días es normal que el niño duerma mucho. | | |