EDITORIAL

Los controles del Estado

La tragedia de Cromañón puso al desnudo, como nunca antes, las graves irregularidades en las que funcionaban las megadiscotecas y boliches de la ciudad de Buenos Aires. La falta de cumplimiento a los deberes elementales, tanto del orden empresarial como del control estatal, habían creado las condiciones para que la actitud desaprensiva de unos jóvenes -en un aparente juego de música y bengalas- terminara en un incendio de proporciones y con la vida de 191 personas.

El impacto de lo sucedido obligó a funcionarios del Estado, tanto del orden nacional como provincial o municipal, a revisar el funcionamiento de distintos órganos de fiscalización y control. Y, en consecuencia, como nunca antes, quedó en evidencia la cantidad de establecimientos comerciales vinculados a la vida nocturna que se hallaban en infracción en todo el país.

En algunas ciudades, como Rosario, la tarea de inspeccionar con rigurosidad no se agotó en los locales nocturnos, sino que se extendió a los lugares de fiestas para chicos y peloteros; y desde este lunes hacia los establecimientos de la tercera edad, específicamente los 14 geriátricos que habían sido clausurados debido a que no estaban en condiciones de funcionar. Por su parte, la Subsecretaría de Emergencias de la provincia anuncia que está en estudio un programa de contingencia para efectuar evacuaciones en los colegios dependientes del Ministerio de Educación.

Todo esto la ciudadanía puede leerlo como un intento de modificar el déficit de control, eliminando sospechas sobre complicidades entre el poder político y empresarios beneficiados. Y es de esperar que así sea, porque no es menor la desconfianza en la gente por la cantidad de transgresiones que se permitieron durante años. No obstante, no es suficiente. Porque las inseguridades a las que se expone a los habitantes no se limitan a los rubros detallados previamente, sino que se extienden a variados ámbitos, como lugares de trabajo, medios de transporte, tránsito en la vía pública, estadios deportivos, etcétera.

Se requiere de un gran esfuerzo por parte del Estado para producir un cambio cultural entre los argentinos. Es decir, haciendo tomar debida conciencia del cumplimiento de los códigos de leyes. Ofreciendo mayores garantías a quienes han decidido construir su futuro en este territorio.