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 domingo, 23 de enero de 2005  
Lecturas
Viaje al centro de las transformaciones

Irina Garbatzky

"Sin cuerpo no habrá crimen" por Beatriz Actis. Poesía. Alción Editora, Córdoba, 2004, 80 pág.

Cuerpo, Crimen, Cárcel, Coartada son las indicaciones con las que Beatriz Actis (Santa Fe, 1961) construye su último libro "Sin cuerpo no habrá crimen". Por entre estas delimitaciones los poemas se abren como carne tierna para que una voz deambule entre los paisajes de dichas estancias: el río, el pueblo de Sauce, Europa.

¿Con qué se conforma la vitalidad de los cuerpos? ¿Se sabe que los dátiles, el dinero, los amantes cansados o el plástico negro que cuelga del techo de la la Facultad de Humanidades y Artes se consumen y transforman de acuerdo al contexto que los rodea. Son estos cuerpos los que oscilan entre el éxtasis y el desgaste: "Pienso genérica y desapasionadamente/ En el destino de la gramática moderna/ (...) Y como todo discurso es ficticio, me dicen/ Cierro la libreta y retiro la birome, entre bostezos".

El libro puede recorrerse como un viaje de ida y vuelta hacia el centro de las transformaciones, donde la materia y sus sentidos atraviesan los infortunios, la vejez y la soledad: el Crimen. ¿Qué quedará de los cuerpos una vez que hayan cruzado el océano o se sitúen en otra parte? La amistad, la copa de vino, la lluvia matinal, cambian de signo: "El río se vuelve de un color/ que hiere".

Los espacios del Crimen y del infortunio, son aquellos en donde no puede haber contacto humano y donde la soledad es irremediable: "En todas partes es igual:/ se trata o de crear otra oscuridad/ o de inventar un mundo afortunado". Es allí donde imágenes dispersas, como las del agua y su desborde, se vuelven crudamente literales y no pueden pensarse descontextualizadas de las inundaciones del 2003 santafesino: "el humo azul de tu Gauloises/ reclamaba recuerdos también azules/ como las imágenes que emergen de algún sueño,/ del sopor intermitente de los ahogados".

Mientras tanto, la Cárcel conforma el mundo entero; lo que equivale a seguir una secuencia de "poemas de viaje". Bonn, París, España y Uruguay, entre otros, recuerdan a Zenón: "quién puede ser tan insensato/ como para morir sin haber dado,/ al menos/ una vuelta a su cárcel".

Un paseo entre hermosas fotografías de bosques y ciudades, en las que no cabe más que admirarse por el aguanieve o hacer caer la "idiota pregunta iniciática: / ¿Adónde queda el Sena?"

"Ciudades apócrifas, / Desvanecidas", desembocan en las afluentes de la Coartada: el regreso al pueblo de Sauce y Santa Fe, las ranas, los gallos, en donde las palabras se repiten como "una dicha transparente / como un día de marzo".

Beatriz Actis, narradora, novelista, poeta y periodista cultural recupera, a lo largo de todo su libro, a Vallejo, Kavafis y Pizarnik, quienes retornan una vez y otra como señales de la sensualidad, la nostalgia y la fascinación: un mapa orgánico para su poesía.
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La soledad, un sentimiento inesperado.

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