| miércoles, 05 de enero de 2005 | "Querían frenar un robo a tiros pero mataron a mi marido dentro de casa" La mujer del jornalero Oscar Galván acusó a un fletero por el disparo fatal el día de Año Nuevo en San Francisquito De sus 39 años de vida, Marcela Arce pasó 22 en pareja con Oscar Galván. Hasta el viernes pasado, último día del 2004, cuando lo vio desplomarse fulminado de un balazo adentro de su casa. "Estábamos almorzando y escuchamos un griterío en la calle. Mi marido se asomó a ver qué pasaba por una ventanita de la puerta. Unos pibes estaban asaltando el camión de una distribuidora de vinos y el chofer se bajó a dispararles. El puso un pie en el umbral y asomó la cabeza. En ese momento se me cae. No estaba sentado en la vereda, como dijeron. Me lo mataron adentro de mi casa". Trémula, llorando amargamente, Marcela relató así el momento más agobiante de su vida.
La mujer contradijo así la preliminar versión policial -publicada el domingo por este diario- que indicaba que el hombre estaba sentado en la vereda y que había sido un custodio del repartidor el autor del disparo mortal. "El que tiró fue el fletero", aseguró, tal como lo denunció "con testigos" en la comisaría 13ª.
Oscar Galván tenía 40 años y trabajaba como changarín en el Mercado de Productores. Pero el viernes 31 de diciembre no trabajo y aprovechó para almorzar con su mujer, sus hijas de 13, 16 y 18 años y su nietito de 2. Eran las 13.30 cuando la tragedia se apoderó para siempre de la casa de Virasoro 3680, aunque el jornalero murió poco después en el Clemente Alvarez.
Según el relato de Marcela, "hacía mucho calor y había mucha gente en la vereda" en ese humilde sector del barrio San Francisquito cuando un repartidor de una distribuidora de bebidas de 27 de Febrero al 5300 terminaba de dejar pedidos en la "esquina de Rueda y Castellanos, donde hay dos negocios". La mujer indicó que "unos pibes se colgaron del camión para robarle packs de vinos y gaseosas y el chofer, en lugar de bajarse a correrlos, empezó a disparar".
"Yo vi al repartidor tirar y salí a correrlo. Le grité. Iba acompañado pero no por un custodio. Pero el que tiró fue él", afirmó la mujer en referencia a "un muchacho joven". Los disparos, según comenta la mujer, se produjeron a unos 40 metros de distancia. "Pudo ser una tragedia mayor", explicó entre lágrimas mostrando el lugar desde donde partieron los disparos que terminaron con la vida del compañero de toda su vida. "Tengo que ser fuerte por mis hijas", comentó.
Entre tanto desaliento, Marcela alcanzó a mostrarse comprensiva para con los trabajadores sobre quienes pende la posibilidad de ser robados. Pero sus lágrimas son la evidencia viva de cómo la decisión de tomar justicia por mano propia, siempre reprochable, puede hacer añicos la vida y el entorno de personas inocentes. "Entiendo que estén cansados de los robos, pero no pueden salir a disparar así. Este tipo se bajó del camión y empezó a tirar a mansalva. La cuadra estaba llena de chicos. Me mataron a mi esposo, pero le podría haber tocado a otro", dijo sin poder disimular una insistente ansiedad en pos de algo que llamó "justicia". Algo que tal vez le ayude a mitigar su dolor. enviar nota por e-mail | | |