 | viernes, 31 de diciembre de 2004 | Un año extraño La selección de oro, entre el adiós de Bielsa y el hola de José Sergio Faletto / La Capital Las imágenes de Atenas quedaron grabadas en el consciente colectivo de la Argentina. La obtención de la medalla dorada en los Juegos Olímpicos era una materia pendiente, y la selección nacional bajo la tutela del rosarino Marcelo Bielsa alcanzó esta rutilante conquista, y una vez más el emblema nacional flameó en el alto cielo extranjero, allí donde el orgullo de pertenecer infla el corazón y aflora las emociones.
Por este hecho memorable el 2004 se convirtió en un capítulo importante en la rica historia del seleccionado argentino. Y a partir de ahora todos los 28 de agosto se conmemorará el día en el que Argentina se colgó por primera vez la medalla de oro olímpica en fútbol, ocasión en la que superó en el partido decisivo a Paraguay, por 1 a 0, con gol de Carlos Tevez.
Argentina ya se había insinuado en la Copa América, donde en forma increíble perdió el 25 de julio la final por penales ante Brasil, luego de que Adriano igualara el partido sobre la hora.
Pero el logro olímpico fue finalmente el punto de reencuentro entre el técnico del equipo nacional y el público, una relación que tuvo muchos vaivenes, ajustados en su mayoría al devenir de los resultados deportivos. Las eliminatorias para el Mundial de Corea y Japón forjaron una confianza que se presentaba como inquebrantable, pero que finalmente no fue, porque la esperanza trocó por decepción con la prematura eliminación en Oriente y desde allí fue un tumultuoso divorcio.
No obstante, el brillo de las medallas doradas ganadas en Grecia iluminó una vez más el vínculo entre Bielsa y la hinchada nacional, y lo que ayer era rechazo hoy se presentaba como aceptación. Incluso algunos sectores populares admitían su equivocación para con el DT.
Las eliminatorias para el Mundial de Alemania 2006 transitaban por la senda habitual senda de la solidez. El 4 de setiembre Argentina vapuleó a Perú en Lima por 3 a 1 y el tiempo de bonanza para la selección se consolidaba.
Y un día, Bielsa se fue Pero de repente, en forma imprevisible como el propio fútbol, una noticia apareció como arte de lo impensado. El 14 de setiembre, la renuncia de Marcelo Bielsa a la selección nacional rebotó desde Usuahia hasta La Quiaca. Fue una información que se recibió con incredulidad, pero que con el paso de las horas se convirtió en una realidad insoslayable.
Bielsa adujo falta de motivación para fundamentar su dimisión y sus detractores de siempre se regodearon a sus anchas, sustentados en aquellos intereses que viven constantemente detrás de bambalinas.
Carlos Bianchi era el sucesor para la gente, pero los tiempos políticos una vez más predominaron por sobre los tiempos deportivos y el elegido por la AFA fue José Néstor Pekerman, quien ahora sí se consideró preparado para ejercer el cargo.
Pekerman rápidamente mostró sus diferencias con Bielsa. No sólo dentro del campo. Sino también fuera. Otros jugadores fueron los referentes. Y los sectores de la prensa que antes no podían hacer valer su poderío ahora sí disfrutaban de sus entrevistas exclusivas.
El 2004 no fue un año más para la selección nacional. Fue un año distinto por el éxito en los Juegos Olímpicos y fue un año diferente porque marcó el final de un proceso surcado por la ética y la honestidad intelectual de su cuerpo técnico. Bielsa saludó con un adiós y Pekerman lo hizo con un hola. Y más allá de los resultados y de los jugadores convocados, el deseo compartido es que el equipo de todos siga siendo de todos. enviar nota por e-mail | | Fotos | | El equipo que hizo historia. La selección logró el oro en Atenas. | | |