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 viernes, 31 de diciembre de 2004  
Editorial
Vigil: otro paso adelante

Si existe un símbolo preciso de las virtudes de las iniciativas populares en el terreno de la cultura, difícilmente será posible superar en la Argentina el ejemplo que brindó en tal sentido la Editorial Biblioteca Constancio C. Vigil. Desde el humilde barrio rosarino de Tablada, y motorizada por la ilusión y el empeño de un grupo de vecinos con características de visionarios, se convirtió en una institución señera, líder en su tipo en toda Latinoamérica, como un metafórico faro que irradió sobre su entorno intensa y democrática luz.

La última dictadura militar que asoló las instituciones de la República y dejó un saldo de treinta mil desaparecidos no consintió, como era lógico, la continuidad de tan horizontal proyecto. La barbarie se enseñoreó de lo que había sido un ámbito de aprendizaje, difusión artística y cultural, debate e intercambio de ideas. Anteayer por la tarde, sin embargo, se dio otro significativo paso adelante en la recuperación concreta de un símbolo, que debe retornar a las manos que le dieron origen y forma concreta.

Una festiva caravana que entre banderas, bocinazos y aplausos llegó hasta la tradicional esquina de Alem y Gaboto, encabezada por un camión que trasladaba los animales embalsamados que pertenecieron al Departamento de Ciencias Naturales de la Vigil, fue el punto de partida de un acto al cual se calificó acertadamente como "restitución histórica". Objeto de una insólita expropiación por parte de la dictadura -sólo comprensible a partir de la sinrazón del odio-, la colección había pasado a formar parte del Museo de Ciencias Naturales Florentino Ameghino, de la capital santafesina.

Pero ya están de vuelta. Allí, detrás del vidrio blindado, en el mismo sitio donde estuvieron hasta el ya lejano 1977. Son sin duda un icono, y por ahora apenas un comienzo: el trecho más prolongado del camino se halla aún por recorrer. La gente del barrio los miraba: leones, ciervos, monos, víboras, un lobito de río y hasta un aguaraguazú habían retornado a su hogar, para satisfacción de los grandes y sorpresa de los chicos. Son sólo diecisiete del centenar original, pero fueron suficientes para desatar la alegría.

El siguiente paso, tal cual lo expuso un integrante de la Asamblea de Socios por la Recuperación de la Vigil, es su rehabilitación como biblioteca, instancia previa al reencuentro con los setenta mil valiosos volúmenes que colmaban sus estantes.

La Vigil, lentamente, deberá volver a ser lo que fue. Para beneficio y orgullo de la comunidad rosarina.
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