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 viernes, 31 de diciembre de 2004  
El boliche, una trampa de cemento en el estacionamiento de un hotel

"Doy la vida por Callejeros" rezaba una de las banderas que escaparon del fuego en el boliche República de Cromagnon y que forman parte del folclore apasionado del rock urbano.

El local está ubicado en el estacionamiento del hotel Central Park de Once y tras la tragedia, sobre el piso de cemento con varios centímetros de agua, quedaron centenares de zapatillas, perdidas por el público en la desesperación por escapar del fuego.

El incendio dejó al descubierto los ductos de ventilación del hotel y las hilachas calcinadas de la media sombra en donde, según las primeras versiones, impactó la bengala que inició la tragedia a poco de comenzar el recital.

Cromagnon es un ambiente de unos 40 por 30 metros, rodeado de un pasillo con baranda en desnivel al que se accede por una escalera ubicada en el centro del boliche.

El escenario, dispuesto sobre uno de los laterales, junto a una barra de tragos, estaba vallado, y sobre él se encontraban los restos destrozados y calcinados de los instrumentos y los equipos de la banda.

Tras el fuego, quedó una densa nube y un olor acre intenso -similar al que desprende el plástico cuando se quema- y quedaban algunas banderas, dos de fanáticos de Ramos Mejía y una tercera de la localidad de Paso del Rey. Vasos de plástico, ropa quemada, vidrios y objetos deformes, completaban el cuadro.

Las salidas están ubicadas sobre el lateral que da a la calle Bartolomé Mitre: cuatro de dimensiones de una puerta estandar por donde ingresa el público y una quinta de gran tamaño, de chapa de doble hoja, que funcionaba como salida de emergencia pero que según testigos directos, estaba cerrada con candado, pero fue forzada por la gente.

Los administradores del boliche compartían el espacio con la cochera del hotel pero el fuego no alcanzó los automóviles de los pasajeros.

Los bomberos de la Policía Federal reunieron elementos para la pericia y ubicaron los restos embolsados sobre una mesa armada e iluminada por la policía científica para clasificarlos.

El tisne dejó las paredes y el techo negro y el piso con un barro oscuro formado por la ceniza, el agua que arrojaron los bomberos y los restos de plástico que se desprendieron de la media sombra y paneles de telgopor que acustizaban el salón.

Los bomberos pretendieron allanar las oficinas administrativas de República de Cromagnon, en donde el fiscal buscaba secuestrar documentación que acreditara responsabilidades civiles de los dueños del boliche.

Finalmente decidieron dejar el allanamiento en manos de la Comisaría Séptima con jurisdicción en el lugar.

En las inmediaciones de la Plaza Once, familiares y amigos de los adolescentes que estaban en el recital buscaban datos, demandaban información a los policías y se indignaban ante las cámaras por la desaprensión de los funcionarios que permitían funcionar al boliche en malas condiciones. (Télam)




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