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 viernes, 31 de diciembre de 2004  
Yo creo: "La tele es prueba, error y afuera"

Pedro Squillaci / La Capital

La frase, archiescuchada en estos días, es la comidilla de todos. ¿Por qué un año puede pasar más rápido que otro si dura 365 días? Y qué diremos del 2005 que es bisiesto y que tiene apenas 28 mañanas en febrero. Eso sí, a los que les pasa rapidito el año es a los que producen televisión. Quieren ganarle al tiempo cronológico y al tiempo de los televidentes, que es mucho peor. En el 2004 ocurrió que levantaron programas al aire sin que la gente tuviera tiempo de verlo tan solo una vez. Remite al cuento del tipo que viene triste y dice: "Me separé" y el amigo le contesta: "¿Te habías casado?". Es algo así. Este año mucha gente se enteró que "Pensionados" era un fracaso por los programas de chimentos, pero no porque se sentaran a verlo. Con "El deseo" pasó algo parecido. Se convirtió en una novela semanal y después desapareció. Para Telefé el fracaso representaba que apenas la miraban un millón de personas por día. Es decir un montón de televidentes se quedó sin su novela. Mala, buena, distinta, pero era la novela que habían elegido. El tiempo es veloz, decía David Lebón, y vaya si lo es. Como si esto fuera poco, cada vez se impone más el formato 13 capítulos. Es decir, en envíos semanales, esto representa algo así como tres meses al aire. Así ocurrió con "Sangre fría", que a través del zapping se podía ver algún asesinato más o menos intenso pero no conocer de qué iba la cosa. Menos capítulos tuvieron "Sin código" o "Mosca y Smith en el Once", quizá apoyados en el lema que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Aunque no siempre resultó. Y cuando un programa se caía a pedazos, como el aburridísimo "Uno contra todos" de Alfredo Casero, los canales no revelaban cuántos capítulos tenía. La típica "hasta donde dé", como esas relaciones sentimentales que empiezan y no se sabe cuando terminan. Y aquí Marcelo Tinelli empieza a tallar. Quince años de amor incondicional con Telefé y de pronto se terminó la magia. Y, claro, el muchacho quería crecer y no estar atado a los designios artísticos de una de las empresas televisivas más importantes de Latinoamérica. Una década y media fue suficiente tiempo. Mucho más que 13 capítulos o el fugaz sistema de prueba, error y afuera. Eso sí, Marcelo aclaró que no se peleó con nadie y que tampoco se asoció con ninguno. El tiempo de prueba es un año, que puede pasar rápido o ser el más largo de su vida.
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