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 miércoles, 29 de diciembre de 2004  
EEUU busca la manera de evitar un fiasco en las elecciones iraquíes
La retirada de los sunitas,los mensajes de Bin Laden y los constantes atentados complican la situación

Hans Dahne

Washington. - Con una mezcla de iniciativa diplomática y estrategia de emergencia, el gobierno estadounidense quiere combatir las amenazas de fiasco en las elecciones parlamentarias programadas para finales de enero en Irak.

La minoría sunita, que bajo mandato del caído Saddam Hussein, al igual que en anteriores regímenes, se encontraba en la elite de poder, aboga definitivamente por el boicot electoral.

El jefe del grupo terrorista Al Qaeda, Osama Bin Laden, advirtió que todos los que participen en los comicios son "infieles" y los amenazó indirectamente con la muerte. Además, tras el atentado en la base militar de EEUU en Mosul, los comentaristas estadounidenses lanzan la pregunta de cómo podrán ser protegidos de ataques terroristas 9.000 locales electorales si ni siquiera pudo hacerse con una instalación del ejército.

Todavía más estupor causaron las informaciones en los diarios New York Times y Los Angeles Times, según las cuales el gobierno de Bush toleraría recursos dudosos. Basándose en fuentes diplomáticas, los dos periódicos aseguran que a la minoría sunita, en caso de un mal resultado electoral, podría garantizársele una presencia en el Parlamento y puestos ministeriales mediante un sistema de cuotas.

Otra idea sería ampliar el número de escaños en el Parlamento, en principio de 275, y adjudicar los nuevos asientos a los candidatos sunitas mejor ubicados entre los perdedores de las elecciones.

El secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, reconoció el lunes en Washington que existen diferentes propuestas para el caso de que "sólo un pequeño número de sunitas vote o que determinadas partes del país no puedan votar".


Ampliación imposible
Según la ley actual, todos los escaños deberían adjudicarse y no es posible una ampliación del Parlamento, señaló Powell. "Incluso aunque alguien deseara hacerlo, no podría antes de que la nueva Asamblea Nacional se ocupe de ello".

Con ello, los iraquíes tienen en la práctica manos libres para una solución interna tras los comicios.

Según las palabras de Powell, el gobierno estadounidense intenta por medios diplomáticos convencer a los "amigos en la región" y a los países vecinos para que empujen a los líderes sunitas a participar en las elecciones iraquíes.

Los Angeles Times escribe que "corren rumores" de que, por ejemplo, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos podrían haber ofrecido apoyo financiero a los políticos sunitas.

El deseo del gobierno estadounidense, según Powell, sigue siendo que las elecciones tengan lugar el 30 de enero y que en ellas participen todos los sectores de la sociedad iraquí y del espectro político. Sin embargo, las llamadas al boicot, la retirada del moderado Partido Iraquí Islámico, la persistente violencia en los bastiones rebeldes así como el amplio rechazo a la ocupación norteamericana y al gobierno provisional de Bagdad en el "triángulo sunita" hacen la situación cada vez más difícil.

Si la antigua elite de Saddam se mantiene firme en su boicot, la estrategia de retirada estadounidense de Irak también podría correr peligro. La elección de un nuevo Parlamento y gobierno, la elaboración de una Constitución y la construcción de unas nuevas fuerzas de seguridad que puedan imponer el orden y la tranquilidad en el país son los objetivos ineludibles antes de la retirada, según recuerdan siempre los miembros del gobierno norteamericano.

Incluso algunos políticos de la mayoría shiíta están asimismo preocupados por conseguir una pírrica victoria electoral que podría convertir a los sunitas en sus enemigos y provocar todavía más descontento, advirtió el New York Times. (DPA)
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Un iraquí coloca un cartel en Bagdad instando a la gente a votar.

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