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 domingo, 12 de diciembre de 2004  
Panorama político
¿A sus plantas rendido un león?

Mauricio Maronna / La Capital

Néstor Kirchner suma y sigue. "Nos subimos al tren K, es verdad; ¿y qué?". Se molesta un dirigente ultrarreutemista cuando el cronista lo chicanea diciéndole que el jefe del Estado compró al PJ santafesino "llave en mano" sin hacer una mínima inversión de riesgo. En verdad, el peronismo acaba de dar en Santa Fe otra lección de pulimentado pragmatismo. Si el PJ es el poder, y ese poder está hoy en manos del santacruceño, los muchachos y las muchachas justicialistas mandan un mensaje inconfundible: "Todos somos kirchneristas".

La Casa Rosada trazó hacia la provincia de Santa Fe una estrategia de doble faz. Mandó a la cancha al titular de la Unidad Presidente, Juan Carlos Mazzón, para caminar el territorio, y los resultados fueron exitosos: un numeroso grupo de intendentes y legisladores ficharon con el incansable operador, lo que abrió grietas en la férrea estructura reutemista y logró cooptar varios peones. "Es verdad, el Chueco ofició de despertador para un partido que estaba dormido en los laureles", admitió a La Capital un asesor y ahijado político del presidente de la Nación. Mazzón, Mazzón, qué grande sos.

Con Reutemann en el Senado haciendo el rol de "soldado" de la Casa Rosada (votó todos los proyectos girados, sugeridos o implorados por el Ejecutivo), su tropa provincial quedó huérfana y sin rumbo cierto. La derogación de la ley de lemas (Jorge Obeid lo hizo) operó como una "mojada de oreja" que los reutemistas tuvieron que digerir como quien es obligado a deglutirse un anfibio anuro (léase un escuerzo).

Un hombre desconocido para la inmensa mayoría de los santafesinos, José Pepe Salvini, fue la puerta de salvación, el pasaporte que les posibilitó a los reutemistas tener su lugar bajo el abrasador sol kirchnerista. La sorprendente rapidez de movimientos de Roxana Latorre, del intendente de Correa, Alberto Monti, y de otros dirigentes permitió que Salvini (líder de la Corriente Federal Peronista) lograra el sí del Lole para organizar el acto del viernes en Rosario y posicionarse como una corriente interna de cara al nuevo sistema electoral, un engendro que promete internas abiertas, obligatorias y simultáneas pero también un marcado desinterés de los independientes.

Como el que avisó jamás será un traidor, todos los santafesinos que creían que la ley de lemas era la personificación de "Chuky, el muñeco maldito", tal vez en poco tiempo descubran (a diferencia de lo que escribió Luis Alberto Spinetta) que no todo tiempo por pasado fue peor.

Los aparatos, el clientelismo, las cooperativas y las negociaciones de trasnoche entre las cuatro paredes de un cuarto de hotel volverán como las oscuras golondrinas. A menos que los líderes, los grandes electores, entiendan que una mejor política se hace con otras ideas, nuevas caras y renovación de metodologías.

Marcada la cancha (por un lado los mazzonistas y por el otro los reutemistas-salvinistas), el interrogante no necesita ninguna entrelínea: ¿de qué lado quedó Obeid? Un fiel seguidor del hombre que la semana pasada prefirió subirse al bólido de Michael Schumacher antes que dirigir su mirada a la incomparable liturgia peronista (que estampó su rostro y el del jefe del Estado en innumerables carteles y banderas) exageró una metáfora cinematográfica para referirse al gobernador: "Es como el personaje que interpretó Marlon Brando en «Apocalypse now», ese general norteamericano que estaba detrás de las líneas enemigas y al que hubo que salir a buscar por los ríos del Vietcong".

Los reutemistas están molestos porque "Ginés González García puso al ministro de Salud; Mazzón, al de Recursos Hídricos y, pronto, (Daniel) Filmus dirá quién se va o se queda en Educación". Cómo no recordar entonces las casi únicas palabras que Reutemann le destinó a su sucesor en las horas posteriores a los comicios del 7 de septiembre de 2003: "Obeid tendrá que leer bien los resultados".

En realidad, el gobernador de la provincia tiene (o debería tener) como único objetivo administrar eficientemente una provincia que -afortunadamente- es factótum del auspicioso ascenso de la economía nacional, basado en el crecimiento de las exportaciones, el boom de la soja y la sustitución de las importaciones. Lo urgente no debe hacer olvidar lo trascendente: si el justicialismo hace causa común con las mezquindades y deja al gobernador librado a su suerte, las elecciones legislativas estarán a pedir de boca de la oposición.

Hermes Binner se jugará su futuro en los comicios del año próximo: si gana, será el "candidato natural" para competir ¿contra Reutemann? por la Gobernación. Si el hierático ex intendente vuelve a ser derrotado, las cortinas para acceder a la Casa Gris se le habrán cerrado para siempre.

Mientras el 2004 consume sus últimos días, Kirchner observa con placer que va ganando la "madre de todas las batallas" (provincia de Buenos Aires) sin necesidad de disparar un solo tiro. Además de domesticar al duhaldismo y a los reutemistas, se dio el lujo de ser ovacionado en La Rioja, bastión menemista por excelencia. A sus plantas rendido un león.

Con la oposición convertida en un adorno de líneas sinuosas y repetidas (con la honorable excepción de Elisa Carrió, valiente y digna), hasta se atrevió a convertirse en un Papá Noel módico que regaló un aumento de salarios por decreto. El frente externo, la deuda, la relación con el FMI y los bonistas, además de los rumores de renuncia inminente de Roberto Lavagna, parecen no producirle más que algún cosquilleo espasmódico.

Todo parece estar a pedir del santacruceño, pero (así como Charles de Gaulle se preguntó irónicamente luego de la Segunda Guerra Mundial "¿cómo podemos gobernar un país que tiene doscientos cuarenta y seis clases de quesos?") el gran interrogante que por momentos desvela a la mesa chica del presidente es: ¿cómo contener bajo el mismo paraguas a la estructura tradicional del PJ, a los piqueteros kirchneristas, a las organizaciones de izquierda que los respaldan y a los múltiples sellos transversales que adornan su figura?

La respuesta aparecerá al mismo tiempo en que el calendario electoral inicie su cuenta regresiva.
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