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 domingo, 12 de diciembre de 2004  
Una docente que junto a su hermana Olga revolucionó la educación pública
Falleció ayer a los cien años la maestra y ciudadana ilustre Leticia Cossettini
Intelectuales de Rosario le rinden su homenaje a "una educadora de ayer, de anteayer y de hoy"

"No hay palabras para poder decir con precisión que se va con ella lo mejor de la escuela argentina". Apenas enterado de la noticia, el cientista de la educación y decano de la Facultad de Psicología, Ovide Menin, intentó expresar con esta frase el dolor que le causó la muerte de Leticia Cossettini, la emblemática maestra rosarina que se convirtió en un "símbolo revolucionario de la educación pública" en el país, tal como la definió el escritor Rafael Ielpi. Leticia había cumplido 100 años el pasado 19 de mayo y falleció ayer por la tarde. Sus restos son velados en Ovidio Lagos al 3000 y recibirán sepultura hoy, a las 10.30, en el cementerio La Piedad. Los familiares pidieron que no se envíen ofrendas florales y que, en cambio, se realicen donaciones a la cooperadora de la Escuela Nº69 Gabriel Carrasco (Agrelo 1798).

La reconocida docente se encontraba internada desde hacía una semana en el Sanatorio Delta producto de haber sufrido un derrame cerebral. No tenía familiares en Rosario, pero tras el agravamiento de su estado de salud se hicieron presentes en la ciudad una sobrina (Chela) de Santa Fe y un sobrino (Gastón), que vive en Buenos Aires.

En 1985, cuando era subsecretario de Cultura municipal, Ielpi le entregó el nombramiento de ciudadana ilustre con el cual Rosario la distinguió junto a su hermana Olga. "Fue en el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino, me acuerdo como si fuera hoy", recordó ayer.

Para Ielpi, la muerte de Leticia "es la pérdida de un símbolo revolucionario de la educación pública argentina". Si bien evocó la figura de las hermanas Cossettini como todo un ícono, aseguró que "mientras Olga estaba a la cabeza, Leticia era quien ponía la sensibilidad artística que le salía por los poros".

El cineasta Mario Piazza, director de la película "La escuela de la señorita Olga" -film donde se plasmó la experiencia educativa de las hermanas Cossettini- consideró que la vida de Leticia "fue tan larga como fructífera" y calificó como "un verdadero orgullo" haber realizado el documental.

"La película termina con la voz de una ex alumna del colegio que dice: «Una escuela en la que éramos felices». Esa es una clave fundamental porque significa que cambiando la educación, se cambia el mundo. Si hubiera más escuelas como la de Leticia y Olga, el mundo sería mucho mejor", sostuvo Piazza.

Para Menin, en tanto, "con Leticia se va lo mejor de la escuela pública argentina de ayer, de anteayer y de hoy. Aunque no se puede repetir fotográficamente esa experiencia, quedó la escencialidad de la educación que los padres de hoy todavía reclaman".

La secretaria de Cultura municipal, Marina Naranjo, remarcó ayer que Leticia "fue la imagen de lo que la enseñanza pública puede lograr". Es más, remarcó que "las hermanas Cossettini crearon una forma de educar que sigue siendo notable, y sus valores no perdieron actualidad".

Leticia nació en San Jorge el 19 de mayo de 1904 y se recibió de maestra normal en Rafaela en 1921. Dictó gran cantidad de cursos en numerosas poblaciones del país y el extranjero y en 1985 fue nombrada ciudadana ilustre de Rosario. Cinco años más tarde, la República de Italia la condecoró nombrándola "Cavaliere Ufficiale al Merito".

Ella y su hermana Olga revolucionaron el mundo educativo en Rosario cuando dirigieron entre 1935 y 1950 la Escuela Serena, en el corazón de Alberdi, que por entonces apenas comenzaba a ser un barrio.

En esos quince años, transformaron un típico colegio público, mixto y gratuito, en una escuela activa basada en la capacidad creativa de los alumnos, que compartían con sus maestros lecturas, excursiones, historias, experimentos, paseos y juegos.

El 19 de mayo Leticia había cumplido cien años rodeada de sus afectos, ex alumnos, vecinos y una gran cantidad de funcionarios que llegaron hasta su casa de Alberdi para saludarla. En esa oportunidad le dijo a La Capital: "Un buen maestro debe ser la luz que alumbra a otros. La gente nos recuerda por los viejos maestros que fuimos. Porque enseñamos con amor".
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"Un buen maestro debe ser la luz que alumbra a otros", dijo Leticia al cumplir 100 años.

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