Cartas de lectores

Año CXXXVII Nº 48599
La Ciudad
Política
Información Gral
Opinión
El Mundo
La Región
Policiales
Cartas de lectores


suplementos
Economía
Escenario
Mujer
Señales
Turismo
Ovación


suplementos
ediciones anteriores
Salud 08/12
Autos 08/12
Turismo 05/12
Mujer 05/12
Economía 05/12
Señales 05/12
Educación 04/12

contacto
servicios
Institucional

 domingo, 12 de diciembre de 2004  
El derecho a expresarse

Si bien soy asiduo lector de La Capital, esta es la primera vez que decido expresar mi opinión a través de este medio, harto de la crítica artera, tendenciosa y destructiva que se ha desatado en las últimas semanas a raíz de la exposición del señor Ferrari y quisiera ser muy claro en algunos aspectos. Creo que todos tenemos derecho a expresarnos libremente, es un derecho natural de todo ser humano; pero, el derecho a la libre expresión no da derecho a ofender. El señor Ferrari tiene derecho a expresarse y yo como cristiano y católico tengo el mismo derecho a que se respete mi fe. El derecho de expresión termina donde comienza el derecho de los demás, es así de fácil y así de sencillo. Quisiera dejar en claro que nada justifica la violencia, pero esto es válido no sólo para quienes atentaron contra la exposición sino también para quienes expusieron obras violentas. Convendrán conmigo en que hay muchas formas de expresar la violencia además de la violencia física. Creo además que en 2000 años de historia los católicos hemos cometido muchos errores, pero si vamos a debatir lo actuado por la Iglesia, hagámoslo de manera objetiva. Muchos culpan a la Iglesia por el silencio durante el Holocausto nazi o durante las persecuciones de la dictadura argentina, pero no escucho a nadie que hable de las persecuciones, tortura y muerte sufridas por cientos de miles de cristianos en los primeros siglos del cristianismo, ¿o acaso eso no cuenta? Hablan de la posición de la Iglesia por condenar a Galileo Galilei pero no escucho a nadie que hable de los avances logrados por filósofos como Santo Tomás de Aquino o del humanista Tomás Moro, por nombrar unos pocos ejemplos. Se rasgan las vestiduras y se horrorizan por el mal ocasionado por sacerdotes católicos como Storni pero no escucho a nadie que hable de la maravillosa obra de la madre Teresa, de don Orione y de tantos otros curas y religiosas que en forma humilde, austera y silenciosa ofrendan diariamente sus vidas y su trabajo por la gente. De manera amigos, que si vamos a debatir y a criticar que sea de forma objetiva y constructiva. La Argentina necesita crecer y poco vamos a lograr con odio y con rencores. Que el amor de Dios nos ilumine a todos para que podamos construir un mundo mejor basado en el respeto mutuo.

Jorge López, DNI 13.077.226


enviar nota por e-mail
contacto
buscador

  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados