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 miércoles, 01 de diciembre de 2004  
Sexualidad en la tercera edad

Contrariamente a los muchos piensan, el deseo de amar y sentirse amado no mengua con los años. Sumado a ello, el aumento de la expectativa de vida ofrece a los adultos mayores la oportunidad de seguir proyectando también en el terreno de los afectos. Al respecto, el psicólogo Ricardo Iacub reconoció el surgimiento de "una nueva percepción sobre la sexualidad en la vejez".

Iacub es profesor de psicología de la tercera edad de la Universidad de Buenos Aires. El profesional participó en Rosario como panelista de las primeras jornadas rosarinas de geronto-geriatría. En diálogo con La Capital comentó que de su experiencia surge que "en la medida en que aparecen las posibilidades, se arman parejas y reaparece el amor y la sexualidad".

"Hay que desterrar los prejuicios que hacen ver como aberrante a una pareja de viejos abrazados o besándose. Este cambio cultural está emergiendo sobre todo en los grupos de jubilados, donde es frecuente que se formen parejas, y vuelven a enamorarse e incluso casarse". Según Iacub "hay que desterrar la idea de que para ejercer la sexualidad hace falta tener la cara lisa y radiante".

En la tercera o cuarta edad, donde aparecen las pérdidas y se percibe la inminencia del fin, "el amor hace sentir un revivir porque vuelven a ser queridos".

Iacub aclaró que en esta etapa de la vida, la sexualidad tiene características diferentes a otros momentos de la vida. "Ya no es quizá genital, sino que se sustenta en caricias, abrazos y en un compañero que demuestra el cariño y la sensación de ser valorado".

Recuento histórico

Iacub se dedicó a investigar por qué se suele descalificar el amor en la tercera edad. Para ello realizó un rastreo histórico por diferentes culturas y épocas. En el trabajo el psicólogo descubrió que la cultura judía "no había mención alguna de que la sexualidad debía terminarse a determinada edad". Comprobó que la exaltación de la juventud era propia del pueblo greco-romano, "cultura que heredamos".

Con el tiempo pasó a concebirse la sexualidad como una suceso prohibitivo en la vejez por considerar que no servía para engendrar hijos. En los años 50 se hizo una lectura del tema desde lo sociológico, a través del cual desmitificaron que la sexualidad de la vejez fuera un acto de perversión. Master y Jhonson pregonaron que los adultos mayores deben desterrar el sofisma de que "ya no pueden", y demostraron cómo, comprendiendo sus nuevas respuestas fisiológicas, podían tener relaciones sexuales placenteras.

"En la década del •60 -prosiguió- surgió una nueva línea de pensamiento vinculada con la revolución sexual. La sexualidad apareció como un derecho. Lo cierto es que actualmente muchos adultos mayores se animan a volver a enamorarse", concluyó.
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