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 miércoles, 01 de diciembre de 2004  
Editorial:
Obstáculos en la ruta del canje

Todo marchaba bien, casi demasiado bien. Pero cuando el Bank of New York desistió del rol que había pactado desempeñar en el monumental canje de la deuda argentina en default, el complicado engranaje que se había montado en el Ministerio de Economía se desmoronó y la postergación de la fecha de lanzamiento resultó inevitable. Después llegarían las suspicacias, los rumores sobre eventuales cambios de caballo en mitad del río y los entredichos con el gobierno italiano. Los problemas que se han suscitado, sin embargo, eran predecibles: la resolución de tan grave asunto no podía producirse en un marco de armonía absoluta, que casi lindaba con el color rosa.

Los obstáculos que han surgido, tal cual se lo afirmó, se encuadran en la categoría de lo esperable: no debe olvidarse que la quita que se les ofrece aceptar a los acreedores es considerable. Y difícilmente pueda aguardarse comprensión de su parte: tal como lo aseguró con inigualable crudeza el representante legal de bonistas italianos Tulio Zembo, "no importa quién tiene la responsabilidad del default argentino: nosotros queremos la plata".

Esa es, por cierto, la síntesis más clara de la oposición que se enfrenta. Y también, vale recordarlo, existen fundamentos para semejante nivel de intransigencia. Podrían resumirse en la idea de que los argentinos deben buscar fronteras adentro los culpables del desastre en que se precipitaron.

Los culpables existen, sin dudas, pero también tienen concreta y potente presencia aquellos que trazaron la dirección de la ruta. El presidente Kirchner renovó ayer en San Juan, donde firmó convenios e inauguró obras, su visión agudamente crítica del papel desempeñado por el Fondo Monetario Internacional en el desarrollo y la explosión de la crisis del país.

Pero a la hora de la verdad, cuando se discute por dinero, las razones políticas importan poco. Ese discurso se convierte en palabras dirigidas a una tribuna de sordos. Hasta ahora -debe remarcárselo- la ardua negociación que trae aparejado el canje ha sido llevada con destreza y manifiesta preocupación por los intereses nacionales. Sin embargo, el que resta es el tramo más duro.

Ojalá que el desenlace de la historia se corresponda con las expectativas y las necesidades de los argentinos.
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