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 domingo, 21 de noviembre de 2004  
Santa Fe: Leyenda de amor en el fuerte
Escapada de pesca a Puerto Gaboto, 60 kilómetros al norte de Rosario. Visita al fortín Sancti Spíritu

Miguel Mancini / La Capital

A orillas del río Coronda y apenas a 60 kilómetros al norte de Rosario, Puerto Gaboto se presenta como un lugar donde se conjugan historias y leyendas con la belleza natural, las costumbres, los proyectos para el desarrollo y hasta los placeres gastronómicos. Es un pueblo tradicionalmente pesquero, donde pacúes, surubíes y bogas son los platos preferidos de los visitantes. La propuesta gastronómica se complementa con patos y nutrias que se cazan en las islas, al otro lado del río.

El lugar rinde culto a su fundador, Sebastián Gaboto, quien el 9 de junio de 1527 decidió instalar el fuerte Sancti Spíritu, el primer asentamiento español en América del Sur.

Desde Puerto Gaboto se puede acceder a sitios apropiados para la práctica de pesca variada, sobre todo de bogas y cachorros de surubí. Pero el atractivo principal para los amantes de este deporte es sin dudas el dorado, que permite capturar desde la costa a ejemplares que en promedio pesan cerca de seis kilos, aunque a veces superan esas marcas. La técnica más habitual es con carnada viva, para la cual se usan morenas y anguilas navegando al garete.

También es frecuente encontrar muy buenos espacios para los intentos costeros con señuelos artificiales, para quienes prefieren probar suerte con el el spinning y el fly cast.

En las márgenes de la isla Del Sapo se forman interesantes correderas que brindan una buena oportunidad para la pesca exitosa. También son excelentes puntos los arroyos Agua Negra y Los Reyes, el riacho Paranacito y las bocas Julio y Timbó Colorado.


Oferta gastronómica
Las posibilidades deportivas y la tradicional tarea de los lugareños ofrecen al turista un amplio menú en base a las distintas especies, generosamente servido en los dos principales comedores del pueblo: Pinocho y El Ancla, que permiten degustar entradas con empanadas, albóndigas, mayonesas, tomates y ravioles, todos en base a carne de pescado.

El plato fuerte es la boga a la parrilla, que se puede acompañar con un buen aderezo criollo. La milanesa de surubí es presentada con dos opciones: sazonada con limón o con salsa de tomate y queso gratinado. Otro plato importante es el pacú asado con distintos condimentos. Los precios resultan muy accesibles y guardan una buena relación con las porciones.


Temporada de verano
Para este verano, Puerto Gaboto está preparando una playa de arena de casi tres hectáreas, con iluminación, sombrillas de paja y duchas bien distribuidas a lo largo de la costa del Coronda, un río de buena profundidad que no está contaminado. La obra forma parte de un proyecto que pretende unir este espacio con la desembocadura del Carcarañá, pasando por detrás del fuerte Sancti Spíritu, para llegar a un amplio camping que tiene previsto contar con canchas de vóley, duchas y sanitarios, parrilleros y hasta un sector para cabañas.


Casi 500 años de historia
Además de los atractivos mencionados, Puerto Gaboto tiene otros aspectos interesantes para bucear en su pasado de 477 años. Recorriendo sus calles tranquilas por las que aún se desplaza un perezoso regador se puede contemplar las añosas fachadas que datan de su época de esplendor, apagada hace muchas décadas.

A pesar de su nombre, el pueblo -cuyo trazado oficial se realizó en 1891- ya no tiene el puerto de ultramar que desde ese año le dio un gran desarrollo económico junto a una curtiembre y un saladero. En ese tiempo empezó a funcionar un hospital y en 1887 Domingo Faustino Sarmiento fundó una escuela Normal. El tren llega a principios del siglo XX, cuando se extiende el ramal de cargas desde Maciel, que más tarde se amplió con el servicio de pasajeros del "trencito" de trocha angosta.

Pero ese apogeo se fue esfumando cuando el comercio comenzó a decaer en 1930, las instalaciones del muelle fueron abandonadas y en 1945 fue desmantelado hasta no quedar nada. De allí en adelante la decadencia se acentuó por la falta de atención de los sucesivos gobiernos provinciales y locales y quedó estancado.


Leyenda de amor y tragedia
Según se cuenta, la destrucción del fuerte Sancti Spíritu en 1529 -dos años después de su construcción- tiene el trasfondo de una historia de amor que tuvo como protagonistas a una andaluza de familia noble que se enamoró en 1524 de un soldado raso. Según el relato de Ruiz Díaz de Guzmán en 1610, Lucía Miranda se casó a escondidas con Sebastián Hurtado y ambos huyen de España uniéndose a la expedición de Gaboto que concluye en lo que hoy es Puerto Gaboto, zona donde la tribu de los coronda estaba comandada por dos caciques: los hermanos Siripo y Mangoré.

La tragedia habría comenzado cuando Mangoré busca el amor de Lucía, pero ella lo rechaza. Por esa razón los indios aprovechan la ausencia de Hurtado, matan a los moradores y raptan a la mujer. Las cosas se complicaron porque Siripo también se enamoró de ella y le dio muerte a Mangoré para quedarse con la española.

Cuando Hurtado vuelve al fuerte y lo encuentra destruido es abandonado por sus compañeros, que deciden volverse a España. El soldado va en busca de Lucía pero es capturado por los indios, salvándose de morir gracias a un pedido de ella. Siripo aceptó perdonarle la vida y lo deja estar en la tribu con la condición de no convivir con su amada, que ya es mujer del cacique. La pareja acató la situación durante un tiempo, pero volvió al romance y fue descubierta y condenada a muerte.

Nunca se pudo comprobar que en la expedición de Sebastián Gaboto haya viajado una mujer, pero sí hay documentos que prueban la existencia del soldado Hurtado, por lo que hay dudas de la veracidad de la leyenda que ocupa un lugar en la memoria de las generaciones que se sucedieron hasta los actuales habitantes de este histórico pueblo santafesino.
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