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 domingo, 21 de noviembre de 2004  
Justo y ordinario
Argentino empató en un pobre partido

Elbio Evangeliste / La Capital

¡Qué importancia hubieran tenido los tres puntos ayer frente a Estudiantes! No sólo por la imperiosa necesidad de sumar para el promedio, sino porque se hubiesen logrado jugando uno de los partidos más flojos del torneo. Pero el zapatazo de Martella a seis minutos del final terminó en la red y fue 1 a 1. Y fue justo. Muy justo. Claro que el pincha de Caseros también aportó poco. Por eso salieron 90 minutos tan ordinarios, con más lucha que juego y, por supuesto, con pocas chances de gol.


Y así fue de principio a fin, a excepción de los últimos minutos en los que Argentino, como podía, iba y Estudiantes se animaba a meter alguna contra. Sin dudas otra hubiese sido la historia si Favio Schiavi hubiera convertido el penal que Ledesma le cometió a Pereyra a los 25', pero Andrada -la figura del partido- hizo su parte y el partido siguió navegando en la chatura.
De Estudiantes se esperaba un juego especulativo, como finalmente sucedió, pero del salaíto, no. Pero el equipo no funcionó ni de a ratos, por lo menos en el primer tiempo, período en el que se hizo más evidente la falta de conexión del medio con los de arriba. Porque el Cata Díaz, por lejos el más dúctil del equipo, jugó como doble cinco, al lado de Juan Sánchez y por eso sus pisadas y gambetas, en mitad de cancha, nunca desequilibraron.

Sin situaciones claras -salvo la del penal- para el segundo tiempo nadie imaginaba grandes cambios. Pese a ello el ingreso de Hugo Ibáñez le dio más profundidad al ataque salaíto. Y fue el propio Ibáñez el que alcanzó a meter dos zapatazos, pero el primero se fue alto y segundo encontró la resistencia del arquero Carrell.

Y cuando todo se encaminaba hacia un empate, con un Estudiantes que no arriesgaba demasiado, a los 31' apareció la salida rápida de Andrada para Raschetti, quien dejó mano a mano a Ibáñez con Carrell para que el delantero definiera cruzado al palo izquierdo.

El final de la historia no fue del todo feliz, porque el quedo salaíto, la arremetida pincha y la salida temporaria de Ledesma por un golpe en la cabeza se conjugaron para que Martella apareciera solo por derecha -justo el sector que debía ocupar el defensor albo- para poner las cosas como era entonces.

Después, un par de buenas intervenciones de Andrada impidieron lo que pudo ser derrota, algo que hubiese sido injusto. Tan injusto como si el que hubiera festejado hubiese sido el salaíto. Por eso el empate fue justo. Tan justo como ordinario.
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Sachetto sufre la embestida de Schiavi.

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