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 sábado, 20 de noviembre de 2004  
Reforma curricular y desafíos de una carrera masiva
La formación del psicólogo al diván

Las paredes de las facultades son, sin lugar a dudas, zonas en donde convergen una multiplicidad de expresiones de índole político, cultural y académico. Publicidades de congresos y fechas de examen se superponen espacialmente con los carteles de las distintas agrupaciones estudiantiles que conviven en la universidad.

Así, y pese a que muchas veces se produce una verdadera catarata de piezas gráficas, los muros se transforman en espacios recurrentes para plasmar, en más de una ocasión, ciertos interrogantes que afectan a la educación superior.

Tal es el caso de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, que por estos días muestra en sus pasillos una serie de afiches que reflejan la opinión de graduados en la carrera con respecto a su formación. "El título no es una garantía", "es necesario reforzar la articulación (con otras áreas) para trabajar en forma interdisciplinaria" son algunas de las expresiones que los psicólogos ya profesionales, y desde sus prácticas particulares, volcaron en el marco de una investigación realizada por estudiantes de quinto año de la carrera.

"El proyecto está dedicado a captar la perspectiva de estos actores, en relación a la formación de grado, a fin de que sea un informante clave en este debate", aseguró la profesora Patricia Real, directora del estudio.

Investigación que, de alguna manera, se suma a un discusión profunda acerca de los desafíos que deberá afrontar la carrera de psicología, probablemente una de las disciplinas más castigadas verbalmente por varios funcionarios nacionales a la hora de ejemplificar la formación universitaria que el país requiere, pues en más de una ocasión advirtieron la inviabilidad de sostener un sistema universitario que formara más psicólogos que ingenieros.

Pero tal vez uno de los principales acontecimientos que ayudó a colocar a la psicología en el eje de varias discusiones, al menos mediáticas, sobre la universidad pública, fue la incorporación de la carrera dentro de las denominadas de "interés público", que según el artículo 43º de la ley de educación superior, comprende las profesiones cuyo ejercicio ponen en riesgo "de modo directo la salud, la seguridad, los derechos, los bienes o la formación de los habitantes", categoría que ya gozan, entre otras, medicina e ingeniería, las cuales debieron sortear recientemente un proceso de acreditación por parte de la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau).

Y en el caso concreto de la Facultad de Psicología de la UNR, este hecho aceleró los pasos de una inminente reforma curricular, que traerá aparejada, entre otras cosas, la revisión de las prácticas obligatorias y la modificación de la carga horaria de los planes de estudio; que probablemente, como ya sucedió en otras facultades, implique un achicamiento en la duración formal de la carrera, (actualmente de seis años) ya que, como advierte la secretaria académica de la facultad, Lucía Bertolano, "los parámetros internacionales están tendiendo a que las carreras de grado disminuyan en cantidad de años".

Aunque sin dudas este será uno de los puntos más sensibles de la nueva reforma, pues experiencias similares realizadas en otras unidades académicas han devenido en una condensación extrema al interior de materias de cursado anual, con resultados poco favorables, lo cual se torna en un tema delicado precisamente en una formación de grado, como es el caso de psicología, compuesta esencialmente por cátedras que al día de hoy se desarrollan a lo largo de los dos cuatrimestres.


Alto índice de deserción
En Rosario, la carrera, de casi 5.800 estudiantes (en su gran mayoría mujeres), cuenta con una matrícula de ingreso cercana a los 1.500 alumnos, aunque por múltiples factores, internos y externos a la facultad, sólo la mitad culmina el primer año, situación que no hace más que reflejar el alto índice de deserción que aqueja a las universidades nacionales.

Pero no sólo el aspecto académico está en debate, pues en función del ingreso masivo que tiene la facultad local (hace dos años la licenciatura en psicología fue la carrera de grado que más ingresantes tuvo la UNR), la problemática edilicia también se presenta hoy como un reto de suma importancia a resolver, justamente en un edificio que, como un "chiste" del destino, fue entregado en el año 1988 con carácter de "provisorio".

Resta aún esperar que a mediano plazo estos escollos, muchas veces postergados, puedan ser sorteados. No sólo en las cuestiones de forma (como muchas pseudoreformas lo fueron), sino esencialmente en las de fondo, sumando a todos los actores en la discusión acerca del perfil profesional del futuro graduado, debate siempre presente en el horizonte de la polémica universitaria, aunque muy pocas veces abordado con la seriedad y pluralidad de criterios que tal vez se merece.
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A Psicología ingresan al año 1.500 estudiantes, sin embargo abandona un alto número.

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