Año CXXXVII Nº 48574
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 miércoles, 17 de noviembre de 2004  
Editorial:
Rosario y un momento único

Muy pocas veces o acaso ninguna vivió la ciudad momentos como el simbolizado por el día de la fecha. La solemne apertura del III Congreso Internacional de la Lengua -con la presencia de los reyes de España-, que se realiza hoy, se erige como el cenit de un ciclo único, cargado de concreciones que han modificado definitivamente la fisonomía rosarina e impreso a la urbe un carácter nuevo, de cara a un futuro promisorio.

Una enumeración somera de los acontecimientos que han conmovido a la ciudad en estos últimos tiempos no sólo debe incluir en primer término al trascendente evento cultural que hoy se inicia sino y a modo de ejemplo también la apertura, ayer, del Museo de Arte Contemporáneo a la vera del Paraná; la inauguración de dos megaespacios comerciales que nada tienen que envidiarles a los del Primer Mundo; la renovación de múltiples rasgos arquitectónicos y edilicios, con la excepcional refacción del teatro El Círculo en destacado primer plano; y yendo hacia atrás en el tiempo, la apertura del puente a Victoria, obra infraestructural imponente que conectó a dos regiones separadas por la magnificencia del río.

Pero no es sólo material el despegue que se registra, sino -por fortuna- también cultural: acaso la ciudad esté tomando conciencia definitivamente de que tiene características propias, es decir, una personalidad. Y de manera simultánea comprende que al volver la mirada sobre sí misma ya no aparece una realidad chata y provinciana, sino un panorama que a sus aspectos intransferiblemente locales se les agregan otros de raíz cosmopolita. ¿O no son parte de la resurrección que experimenta la ciudad el boom de los espacios culturales y la creciente vida nocturna, con restaurantes siempre colmados y la apertura constante de nuevos boliches?

Los positivos cambios resultan perceptibles para quienes caminan la ciudad día tras día, aunque convivan con las llagas que ha dejado un pasado duro. Las huellas de la crisis, se sabe, tardarán en diluirse, si bien ese camino ya ha comenzado a recorrerse. La disparidad entre el esplendor de El Círculo y la humildad de muchos barrios puede preocupar, pero en la medida en que las fuentes de trabajo se sigan recuperando y la reactivación se consolide Rosario se irá pareciendo cada vez más a su imagen ideal, la de una urbe pujante y que forja con sus propias manos el futuro. Mientras tanto, puede gozar de los frutos de su esfuerzo en una jornada que, sin dudas, permanecerá en la memoria.
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