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 domingo, 14 de noviembre de 2004  
Omnipotente. El avance del multimedio se torna indetenible y se perfila como un desafío para el gobierno
Clarín asfixia al espectro informativo
Si el grupo que lidera Magnetto se queda con CableVisión, reafirmará su lógica de presión sobre Kirchner

Julio Villalonga (*)

No hay caso. Por mucho que se investigue, no existen antecedentes en la historia argentina de una concentración económica del tamaño de la que ya exhibe el Grupo Clarín en el mercado de medios. Pero, si se trata de recordar, quien más favoreció a este conglomerado empresario fue Carlos Menem cuando a comienzos de los 90 le entregó las licencias de Canal 13 y Radio Mitre, después de modificar un inciso del artículo 45 de la ley de radiodifusión que impedía que empresas editoras de diarios adquirieran medios electrónicos. Este cambio en la ley favoreció el proceso de concentración posterior que encabezó Clarín y dio lugar al nacimiento del CEI. A esto se sumó el control sobre la producción de papel de diario que ya detentaba el holding que lidera el contador Héctor Magnetto.

El presidente Néstor Kirchner enfrenta ahora un desafío no menor en su primer mandato: el de romper la lógica de la presión permanente que caracteriza al Grupo Clarín, y que le ha permitido "surfear" sobre todos los mares políticos acumulando un poder que no parece conocer límites. Y que puede amenazar el libre juego de las instituciones democráticas si no hay quien reaccione. Menem se arrepintió siempre de lo que consideró su peor error como presidente: el de concederle al Grupo lo que éste le reclamaba, tanto por las buenas como por las malas. Kirchner está a tiempo. De él depende que no siembre en su camino una semilla que solo está destinada a darle frutos amargos.

El Grupo Clarín controla, hoy, las empresas que editan los diarios Clarín, Olé, Página/12 y La Razón. En sociedad con La Nación imprime los diarios La Voz del Interior (de Córdoba) y Los Andes (de Mendoza). Versiones de mercado afirman que el diario de la familia Saguier le debe a Clarín 72 millones de dólares, aunque no es posible afirmar que el seguidismo del tradicional matutino se deba sólo a una dependencia económica. Otra empresa "clariniana" edita revistas como Elle y Cosmopolitan, pero el grupo es dueño de Canal 13, sus repetidoras en el interior del país y la señal de cable de noticias TN. También, como se dijo, de Radio Mitre. Los negocios incluyen la producción y la comercialización de la señal TyC Sports, y de las empresas de Internet Clarín Global (Clarín.com, Ubbi y Portales Verticales) y Prima (Ciudad Internet, Flash, Fullzero y DataMarkets). Y el control de la empresa de TV por cable Multicanal, que le provee el 26,4% de sus ingresos.

Finalmente, tiene una participación del 20% en Supercanal, el tercer operador de TV por cable del país.

La facturación total de este impresionante consorcio fue de 1.482 millones de pesos en 2002, pero creció a 1.838,8 millones al año siguiente, cuando la Argentina comenzó a salir de la crisis, y probablemente supere los 2.000 millones al concluir este año.

Si una de las claves del desarrollo de una democracia plural es la diversidad de fuentes en las que podemos informarnos, está claro que el espacio que ya ocupa el grupo de Magnetto es asfixiante. Todas estas compañías de medios informando al unísono, en una misma dirección y con el mismo contenido, y puestas al exclusivo servicio de los intereses de este grupo empresario, no pueden hacer otra cosa que minar las bases de una sociedad que ya padece la anemia de sus instituciones políticas y jurídicas.


Hechos significativos
Si el lector se detiene en algunos hechos paradigmáticos de los últimos años, verá que Clarín -la impronta del manejo de sus medios- ha estado intermediando en todos y cada uno de los hechos que modificaron de manera dramática la vida de los argentinos.

Pero en el último año, la tensión evidente entre la administración Kirchner y el multimedio dejó como saldo provisorio el otorgamiento de varias licencias de telecomunicaciones, la renovación de la licencia de Canal 13 por diez años, la destitución del juez Roberto Marquevich por el caso de la presunta apropiación ilegal de sus hijos a manos de Ernestina Herrera de Noble, la principal accionista del grupo, y un fallo de Cámara que impide que se confronten los ADN de esos jóvenes con la totalidad de los contenidos en el Banco Nacional que manejan las Abuelas de Plaza de Mayo. En los cuatro casos, el poder de fuego del grupo tuvo una vital influencia.

Pero como si se tratara de un virus fuera de control, Magnetto y sus socios no dejan de avanzar sobre el cuerpo del estratégico negocio de los medios. Poder reveló, hace dos semanas, que el empresario mexicano David Martínez, quien administra un "fondo buitre" denominado Fintech, negociaba con Liberty Media la compra del 50% de CableVisión, la mayor empresa de TV por cable de la Argentina y de América latina.

El jueves 11, El Cronista, del grupo español Recoletos, con la firma de los periodistas Martín Bidegaray y Eduardo Caspani, anunció que Fintech había cerrado la operación de compra del 35% de las obligaciones negociables de CableVisión, de la deuda de 900 millones de dólares que soporta la compañía. Según un analista de banca de inversión, Martínez "está comprando deuda para Liberty". La fuente añadió que "no se sabe qué clase de acuerdo tienen, pero están actuando en conjunto para que el APE (Acuerdo Preventivo Extrajudicial, un mecanismo jurídico que le permite a una empresa reestructurar sus pasivos sin concursarse) salga en la fecha pautada", es decir, el próximo martes 17, después de haber sufrido una prórroga de un mes por incumplimientos diversos de los accionistas de CableVisión.

En efecto, hay un acuerdo entre Martínez y Liberty que consiste en la compra por parte del primero de las acciones del segundo en CableVisión (50% del paquete), una vez que el APE concluya de manera exitosa. Sucede que la ley de bienes culturales, sancionada para defender a las empresas argentinas de las compras hostiles (y por migajas) por parte de los mencionados "fondos buitre", impide que un comprador extranjero adquiera más del 30% de las acciones de una empresa local.


Acuerdo
Por eso, Martínez y Clarín acordaron comprar en partes casi iguales el 50% en manos de Liberty, de modo que el mexicano no supere el 30% que establece la ley. Sin embargo, si Clarín se alza, digamos, con el 25% de las acciones de CableVisión, una fusión con Multicanal le daría el control de las dos compañías, que en conjunto retienen más del 50% del mercado de TV por cable, en todo el país, y porcentajes mucho mayores en las principales ciudades. La otra ilegalidad de la operación radica en que viola la ley de defensa de la competencia, por la participación de mercado que tendría el Grupo Clarín, lo cual prevé incluso sanciones penales.

Las consecuencias de una operación semejante serían varias y determinantes: en primer lugar, Clarín se fortalecería económicamente de manera formidable al agregar entre 900 y 1.000 millones de pesos de facturación en su balance consolidado; en segundo lugar, los clientes del cable y de Internet sufrirían el rigor de una megacompañía sin competencia en los principales centros urbanos, lo que siempre concluye con el manejo arbitrario de las tarifas. Pero, más importante aún, es difícil imaginar que el grupo de Magnetto tomara la decisión de detener su marcha después de conseguir doblarle el brazo al gobierno para cerrar una compra de estas características.

La mejor prueba de que el poder de Clarín es omnímodo es que toda la información que el lector recibió en esta nota, sólo en parte puede leerla en un diario independiente como El Cronista o en algunos sitios de Internet. Es terriblemente poco. El silencio sobre las operaciones políticas y comerciales del mayor holding multimediático de la Argentina es una peligrosa constante.

El silencio permite que los negocios se hagan tras bambalinas, que nadie sepa exactamente de qué se trata ni quiénes intervienen. Y una vez resueltos, son un hecho consumado. Un modo similar de hacer negocios tenía el suicidado empresario telepostal Alfredo Yabrán.

Sería grave que Kirchner perdiera esta sorda batalla. Grave para él y para los demás argentinos.

(*) Director periodístico de la revista Poder
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