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 domingo, 31 de octubre de 2004

Opinión: El hambre de triunfo marca la diferencia

Luis Alberto Yorlano

Hay en la vida hechos casuales y causales. Los primeros son combinaciones de circunstancias que no se pueden prever ni evitar y cuyas causas se ignoran. La segunda es la que se considera como fundamento u origen de algo. Lo que está ocurriendo con nuestro fútbol es causal. Si repasamos los hechos que sucedieron en los últimos años, nos encontraremos con una realidad anunciada en todos sus niveles.

En lo dirigencial, las contrataciones políticas en los clubes grandes llevaron a estos a una fallida campaña, que han producido efecto bumerang. En River, Gallardo y Salas, y en Boca, Palermo, no sólo no han cumplido con las expectativas políticas, sino tampoco con las futbolísticas. Si le sumamos la pobre campaña que están realizando, estamos hablando de un doble problema.

En Boca, su DT Carlos Bianchi se dio el lujo de renunciar, teniendo todavía un año de contrato. Sus dirigidos no sólo ganaron fortunas con las primas, sueldos y premios, sino que la gran diferencia la hacen con la venta de imagen para la publicidad en TV. Por las distracciones que estas producen en lo futbolístico las están pagando caro.

El Real Madrid, equipo que tiene a las figuras del mundo, por falta de resultados ha triturado a varios técnicos. Mientras que Beckham, Ronaldo, Figo y otros hacen fortuna con la publicidad. Están más para la pose que para el desequilibrio en una jugada de gol o para llegar al anticipo sobre el rival en situación de peligro.

Otros ya pasaron la línea y en el momento que sus clubes más los necesitan, acusan cansancio y viajan al Caribe porque necesitan descanso y lo hacen acompañados por modelos exuberantes en playas de arenas blancas y de aguas cálidas, mientras los sufridos hinchas se tienen que aguantar derrotas tras derrotas, frente a rivales que antes no les hacían ni sombra.

Reconforta ver a los jóvenes luchar para ser titulares. Llenan los ojos el despliegue de los que quieren ser profesionales. Se prepararon para eso. Muchos renunciaron a los estudios. Estos pueden esperar. El fútbol tiene una edad y cuando se pierde ese momento no aparece nunca más. No es casualidad que Newell's, Vélez, Estudiantes, San Lorenzo y varios más estén peleando en lo más alto de la tabla. Tienen pibes que dejan todo en cada jugada, como si fuera la última.

En los equipos de la ciudad apareció una camada, como si alguien hubiera frotado la lámpara de Aladino. Cuando pensaron en los refuerzos, ¿dónde estaban los Belluschi, Steiner, Scocco, Vella, Re, Borghello? Y cuando Central buscaba la salida a través del grupo inversor Squadra, ¿en qué lugar estaban escondidos Andrés Díaz, Ojeda, Ledesma, Vitti, Ruben? Lo mismo ocurrió con Vélez, Estudiantes, Banfield. Y lo importante es que contagiaron a los que estaban en la etapa de transición o de vuelta. Es curioso ver a Capria, Maidana, Domínguez, Rosada, Papa, Ferrari, todos de una vasta experiencia en primera división, correr a la par de ellos, para demostrar a la gente que también tienen el mismo hambre de ganar algo importante.

Ahí está la diferencia. Hace un tiempo en esta columna señalaba algo remanido en el fútbol: "Cuando no se puede ganar jugando, hay que ganar corriendo".

En este Apertura, de los resultados insólitos, Central pierde de local con Almagro y les gana a Vélez, San Lorenzo, Boca, y éste le hace seis goles al hoy puntero del campeonato. Están casi todos iguales. Hasta hay similitud en las estadísticas.

Es cierto que no es un torneo de gran nivel, pero como viene la pelea, donde cada partido es una final, no hay lugar para el análisis. Te alegran o entristecen. l

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