| domingo, 31 de octubre de 2004 | Editorial Para que el pasado no vuelva La Argentina fue escenario, entre el 24 de marzo de 1976 y el 30 de octubre de 1983, de uno de los regímenes más siniestros de todo el siglo veinte. La dictadura militar encabezada por Jorge Rafael Videla no sólo implementó un proyecto de país que amplió las desigualdades sociales y destruyó la estructura productiva de la Nación, sino que lo hizo en base a la aplicación sistemática del terror, convertido en fórmula burocrática. La creación de la figura del detenido desaparecido es acaso el más nítido paradigma de la cantidad de límites morales que se traspasaron. Dos palabras resumen el sentimiento y la convicción del pueblo en relación con aquel pasado: nunca más. Pero las generaciones más jóvenes -cuyos integrantes no fueron testigos presenciales, y en demasiados casos son víctimas de la desinformación y la instauración del presente como categoría única- necesitan que la memoria se mantenga permanentemente encendida.
La muestra "Palomas y caramelos (resistiendo con palabras)", que estará en el Museo de la Memoria hasta el próximo mes de diciembre, se erige como una precisa y conmovedora evocación del dolor de aquellos años. Se trata de una iniciativa del museo -en el marco del inminente Congreso de la Lengua- a partir de la cual se exhiben cartas y cuadernos escritos por presos políticos durante el transcurso del autodenominado "Proceso de Reconstrucción Nacional". La muestra se complementa con una recopilación de objetos y fotografías de seis ex detenidos, dos de los cuales fueron asesinados.
El nombre, para quienes no conocen la jerga de los detenidos, resulta engañoso: "paloma", para los presos políticos, era una soga o hilo que se empleaba para pasar objetos de una celda a la otra. Y se llamaba "caramelo" a un documento escrito con letra pequeña sobre hojas de papel de cigarrillo, plegadas y cuidadosamente envueltas en celofán.
En ambos casos, se trata de dramáticos testimonios de la necesidad de mantenerse en contacto. Y por supuesto que evocan las estrategias de los prisioneros en los campos de concentración alemanes. Tarjetas bordadas con hilos extraídos de toallas o escritas con la tintura de jarabes para la tos dejan al espectador sin habla, y a algunos de ellos preguntándose: "¿Esto pasó en la Argentina?".
Y pasó en la Argentina. Pero no debe volver a ocurrir. Nunca más. Claro,para ello se debe mantener con vida a la memoria. Ojalá sean muchos los rosarinos que vean las "palomas" que volaron entre celda y celda, y los "caramelos" que endulzaron el horror de la reclusión. Les permitirá revivir el pasado, y evitarlo así rigurosamente en cada uno de los futuros que imaginen para su patria. enviar nota por e-mail | | |