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 domingo, 31 de octubre de 2004

La Constitución europea será difícil de "vender"

Roma. - El presidente saliente de la Comisión Europea Romano Prodi buscó "vender" la Unión Europea y su éxito económico a líderes económicos de la India en 2001 con un discurso sazonado con frases tales como "la estrategia de Lisboa", "subsidiariedad" y "temas horizontales". "¿Qué cosa? ¿Un plan portugués? ¿Subsidiariedad?", se preguntaban los dirigentes indios.

Los funcionarios europeos frecuentemente usan un vocabulario rebuscado que forma parte de la manera de hablar de la Unión Europea y de la burocracia de Bruselas. Pero si la Comisión Europea quiere que las legislaturas de sus países miembro -y sus votantes- ratifiquen la nueva Constitución refrendada el viernes en Roma, Prodi y los otros dirigentes europeos deberán abandonar esa jerga.

En el 2005 y 2006, los Parlamentos de los 25 países de la UE deberán ratificar la Constitución europea que los jefes de Estado y gobierno sellaron el viernes en un palacio renacentista de Roma. La primera Constitución europea comenzaría a regir en el 2007. Pero tan incierto es el respaldo a la flamante Carta Magna, que al menos nueve naciones -Dinamarca, España, Gran Bretaña, Francia, Holanda, Irlanda, Luxemburgo, Portugal y la República Checa- realizarán un referéndum para ponerla a consideración de sus ciudadanos. La primer consulta popular será en España, el 20 de febrero próximo. Un triunfo del "no" en cualquier país frenará en seco la implementación de la Constitución.


El examen público más exigente
Algunos referéndums tendrán carácter vinculante, otros no, pero todos mostrarán cómo se sienten los europeos sobre una integración aún mayor, que algunos consideran es a expensas de la soberanía nacional. Nunca antes en la historia de la Unión Europea ha existido un examen público tan extenso como al que será sometido la Constitución de la UE, un texto mastodóntico que pocos han leído. "Este es un cambio importante en la política de la UE", de acuerdo con Steven Everts y Daniel Keohane, investigadores del Centro para la Reforma Europea, con sede en Londres.

"La era de una integración europea sigilosa ha terminado. En el pasado, muchos países realizaron referéndums para determinar si se unían o no a la UE, pero sólo unos pocos los han efectuado para poner a consideración revisiones de tratados", una vez que se han firmado, afirmaron en un documento reciente.

En el debate sobre la Constitución de la UE, no existen medias tintas. De un lado están el canciller alemán Gerhard Schroeder y el presidente francés Jacques Chirac, que se fueron de Roma hablando de un "sueño europeo" de reconciliación que se hacía realidad.

Del otro está, entre muchos otros, Roger Knapman, líder del Partido Independencia de Gran Bretaña, que la considera una pesadilla. La Constitución, sostiene, habla de "pleno empleo, estabilidad de precios y una economía de mercado social". Detrás de esta retórica, avisora un "ejército, una fuerza policial, un sistema judicial, un Parlamento, una moneda, un ministro de relaciones exteriores y un servicio diplomático de la UE. Sólo existe una manera de salvaguardar la soberanía de la población británica, y esa es retirarnos de la Unión Europea", afirma Knapman. Y esta posición pareciera estar ganando terreno. En las elecciones de junio para el Parlamento Europeo, su partido logró 12 escaños, 9 más que los tres de 1999. (AP)

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