| domingo, 31 de octubre de 2004 | Familia: Contactos vitales El momento histórico social en el que se vive es un momento de cambios plagados de conductas sociales autodestructivas que pueden colocar en situación de riesgo (el abandono del hijo sería una de estas conductas) sobre todo a partir de la industrialización que obligó a los padres a trabajar fuera del hogar por tiempos cada vez más prolongados, incluyendo a la mujer en actividades que eran privativas del hombre.
La reducción de los grupos familiares, antaño formados por abuelos, tíos y otros miembros conviviendo en la gran casa familiar, provocó que el cuidado de los hijos fuera delegado a sustitutos. Los hijos se vieron privados de la calidad afectiva que sólo pueden brindar los progenitores. Este abandono, al decir de A. Rascovsky, ha dado como resultado sentimientos básicos de inseguridad y aislamiento. A veces la droga o el alcohol surgen como sustitutos negativos del vínculo inicial fracturado: conductas transgresoras como expresión de la carencia de la figura paterna que es la que posibilita la inserción correcta en la sociedad.
Esta situación ha traído como resultado una juventud que en porcentajes cada vez mayores pareciera caminar sin rumbo ni ideales con poca capacidad de autopreservación. Para A. Rascovsky: "El pecho, o mejor dicho la receptividad de la madre constituye el extraordinario sistema que transforma la agresión del niño en amor, de ahí que resulte el sistema que estructura la socialización del individuo convirtiendo sus tendencias destructivas incontrolables en procesos constructivos."
Al volver los ojos hacia el pasado en la búsqueda de referencias vinculadas con mejores condiciones familiares, se observa que en las sociedades primitivas este vínculo inicial era resguardado y mantenido por tiempo prolongado.
Un estudio del sociólogo Melvin Konner, Emery University de Atlanta, realizado sobre los Kung-San (habitantes del desierto de Kalahari) analiza un grupo social que mantuvo sus tradiciones y costumbres: amamantando a sus hijos durante tres años realizaban un control natural de la natalidad, y programando los nacimientos con diferencia de tres o cuatro años entre hermanos, da como resultado una sociedad en que los niños tienen asegurada la lactancia y una madre full time por este período.
Carlos Valiente Noailles, en su libro The Kua, life and soul of the Central Kalahari Bushmen escribe: "No se valen de la fuerza o la violencia para resolver sus conflictos, desconocen la guerra, le brindan un afecto sin restricciones a sus hijos, no manifiestan instintos agresivos sino que en sus relatos míticos o fábulas tienden a solucionar sus diferencias por medio de la conversación, respetan a los ancianos y en su comunidad no se practican el asesinato ni el robo". Sin embargo, esta sociedad que se podría tomar como ejemplo de convivencia tiende a desaparecer.
Sara Romano. Psicóloga.
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