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 domingo, 31 de octubre de 2004

Mérito y rango

Por lo general valoramos a los funcionarios por el rango. Ellos mismos acostumbran a medirse entre sí por el lugar que cada uno ocupa en el orden de jerarquía o de protocolo. Esto puede despertar en algunos que están envanecidos de su persona y descontentos de su posición un obsesivo anhelo de alcanzar grados más altos, luchando como gatos en una bolsa: a arañazos para subir y no dejar subir. Se dedican a recorrer pasillos oficiales, hacer antesalas y golpear puertas de despachos, pidiendo favores y desacreditando a sus potenciales competidores. Así como no tienen empacho en buscar su bien en el mal de otros, tampoco lo tienen en agacharse ante el rango ajeno de "peso" para levantar el propio. Debemos valorar a los funcionarios por el mérito antes que por el rango. No siempre se poseen ambos. Para tener rango basta parecer; para tener mérito es preciso ser. El rango se recibe, al mérito hay que ganárselo. El rango depende de la opinión e influencias de terceros; el mérito depende de virtudes íntimas esenciales. El rango se pierde al dejar la función, el mérito se conserva.

Carlos Alberto Parachú

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